Se acabaron los prolegómenos. PSOE e IU deberán abandonar el cortejo y pasar a la acción en una semana decisiva para perfilar el pacto de izquierdas que mantendrá a José Antonio Griñán en la Presidencia de la Junta. Hasta ahora, los dos partidos se han limitado a intercambiar sus programas y fijar las líneas rojas para sentarse a dialogar, pero el acuerdo está aún muy verde. El tiempo apremia –el Parlamento se constituye el día 19–, por lo que ambas formaciones tendrán que pisar el acelerador estos días.

El PSOE busca amarrar un pacto estable para toda la legislatura, de ahí que prefiera incorporar a IU al Ejecutivo para evitar que la coalición, convulsa internamente, se la juegue durante un mandato durísimo. En IU no lo tienen claro. Entrar en la Junta le daría poder y recursos, pero podría desgastarle electoralmente. En la federación aspiran a influir en todas las políticas públicas.

Diego Valderas, coordinador regional de IU, se reunirá hoy con los dirigentes de CCOO y UGT para conocer su opinión. Los sindicatos han tenido un papel fundamental en la campaña que ha beneficiado claramente a la izquierda.

La decisión, eso sí, la tomará la dirección de IU y la someterá a consulta de las bases. Eso se traduce en que no se atenderán las presiones del ala más radical de IU, liderada por el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo. El regidor jornalero montó el Jueves Santo un acto en Paradas (Sevilla) para demonizar el acuerdo con el PSOE e, incluso, abrió la puerta a dejar gobernar al PP, como en Extremadura. Los populares cuentan con 50 diputados –la mayoría absoluta está en 55–, el PSOE sacó 47 e IU, 12. Valderas dijo que «no le quitan el sueño» las opiniones de Sánchez Gordillo. El hecho de que IU haya duplicado sus parlamentarios (de 6 a 12) y sea llave de Gobierno legitima a Valderas a llevar las riendas de la negociación. El líder de la CUT, pese a ser diputado, ya no es determinante y son muchos los que desean –sobre todo en el PSOE– que se pase al grupo mixto.

Sin embargo, IU sigue siendo un partido inestable, de muchas familias y pulsos internos. Tras el 25-M se han escuchado voces opuestas sobre el futuro pacto con el PSOE. El escenario que cobra más fuerza es apoyar la investidura de Griñán sin entrar en el Gobierno. Se avecinan serios recortes y a IU no le beneficia ante su electorado ser el ejecutor del tijeretazo. Los socialistas no quieren esta fórmula porque implicaría tener que consultar a la federación cada paso de la gestión de la Junta sin seguridad de que, en algún momento de una legislatura difícil, se queden sin apoyos. Aunque ahora todos son halagos hacia IU, en el PSOE reina la desconfianza tras la amarga experiencia de la «pinza» entre IU y PP en 1994, que obligó a adelantar las elecciones. La situación en Andalucía es tan crítica que del primer encuentro entre ambas formaciones quedó patente una cosa: es el tiempo de la «responsabilidad». Todas las miradas están puestas en la comunidad, en cómo echa a andar el pacto de izquierdas frente a un poder casi hegemónico del PP en España.

No hay margen para el fracaso, por eso la prioridad para los socialistas es cerrar un acuerdo que dure toda la legislatura. El sábado difundieron su hoja de ruta, en la que priorizan la creación de empleo y la defensa de las políticas sociales y del Estatuto. También muestran su compromiso con la estabilidad presupuestaria y con el objetivo de déficit y prometen tolerancia cero con la corrupción. Valderas detecta «coincidencias» con sus propuestas, aunque cree que su programa, que firmó ante notario, «va más allá». IU añade blindar la sanidad, la educación y la dependencia de los recortes, una reforma de la Ley Electoral y una comisión de investigación sobre el escándalo de los ERE.