PSOE e IU pactaron ayer que el presidente del Parlamento sea un socialista, Manuel Gracia (66 años), uno de los tres diputados que sigue en activo desde la primera legislatura andaluza, en 1982. Fue el primer consejero de Educación, titular de Presidencia y Gobernación, fue portavoz parlamentario desde 2004 a 2010 y miembro de la comisión que negoció la reforma del Estatuto en 2007.

También fue el hombre que José Antonio Griñán designó para aliviar las convulsiones internas del PSOE de Sevilla a pocos días de las elecciones autonómicas. Es un político de consenso por el que IU ha renunciado a que la presidencia del Parlamento recaiga en un partido distinto al que ostenta el Gobierno. Una tesis que el coordinador regional Diego Valderas no dejó de repetir con ímpetu hasta hace unos días.

El PSOE quería colmar las expectativas de Valderas, pero ya lo advirtió la dirección de IU la semana pasada, cuando postergó el referéndum a las bases hasta después de la composición del Parlamento: IU no aceptaría la presidencia de la Cámara a cambio de perder poder dentro del Gobierno. Cuando las cosas se tensan, parece que siempre se puede echar mano de Manuel Gracia.

El veterano diputado es natural de Córdoba, maestro de profesión, casado y con hijos. Sirvió para recomponer el PSOE de Sevilla en tiempo récord después de la violenta dimisión del exsecretario provincial, y ahora ha servido como huida hacia adelante en una negociación difícil entre las dos fuerzas que formarán gobierno.

Legislatura compleja. Gracia es un hombre templado, didáctico y dialogante, al que respetan todas las fuerzas políticas del arco parlamentario. Ha sido elegido para presidir la Cámara en una legislatura que se prevé compleja y llena de obstáculos: porque la asfixia económica y la presión política que ejerza Moncloa lastrarán la gobernabilidad de PSOE e IU; porque la fuerza más votada (PP) tratará desde el minuto uno de minar la complicidad del nuevo Gobierno andaluz y para ello contará con la inestimable ayuda del Ejecutivo de Mariano Rajoy; porque la actividad parlamentaria arrancará con la situación inestable de los diputados alcaldes del PP, a expensas de que se aplique o no la ley de incompatibilidad, que el Gobierno tiene recurrida ante el Constitucional; y porque las siempre difíciles relaciones PSOE-IU no auguran un camino de rosas.

Con Manolo Gracia también se rompe una trayectoria de ocho años en los que el Parlamento ha estado presidido por una mujer: Mar Moreno (2004-2008) y Fuensanta Coves (2008-2012). Éste seguía siendo el esquema predilecto de Griñán, pero las circunstancias han vuelto a trastocar el guión.