La caída en la llegada de residentes españoles a Andalucía está siendo generalizada desde el año 2007, considerado el mejor de la historia en términos turísticos y que supuso la llegada a la región de más de 10 millones de nacionales. A partir de ahí esta cifra ha ido decreciendo en los siguientes cuatro años hasta llegar a los 8,9 millones en 2011. Esta situación está motivada por la crisis económica que afecta a los bolsillos de los españoles, que cada vez deciden hacer viajes más cortos e incluso muchos han tenido que suprimir sus vacaciones por la coyuntura actual.

No obstante, según un informe de CCOO-A, si se compara desde 1999 hasta 2011 el peso de los viajeros españoles ha aumentado, en detrimento de los extranjeros, que son los que en los dos últimos años están «sosteniendo» la actividad turística en Andalucía. Así, se ha pasado de un 53,67 por ciento a un 60,37 por ciento del total de residentes nacionales que visitan la Comunidad andaluza.

La crisis, por tanto, ha hecho mella en estos datos en el último lustro, confirmándose la bajada de nacionales y la subida de internacionales. Estos últimos han aumentado en gran medida, según el sindicato, por los conflictos en algunos países árabes.

«Esto es coyuntural ya que cuando se normalice la situación de estos países una parte de los turistas que hoy tenemos prestados volverán a ir a estos lugares», apunta el estudio.

El decrecimiento en el número de visitantes españoles desde 2007 hasta 2011, según los datos analizados, supone «un lastre» para el futuro de esta industria en la región, teniendo en cuenta que el nacional sigue siendo el principal mercado para Andalucía.

A juicio del sindicato, la tendencia incluso puede verse perjudicada por los sucesivos planes de ajuste que se están desarrollando «deprimiendo aún más la economía a nivel general y la industria turística en particular». «El turismo es un bien de consumo que se va a ver reducido por los turistas residentes españoles», reiteró.

Los problemas más importantes que tiene el turismo para CCOO son la estacionalidad, que se ha incrementado; el empeoramiento de las condiciones sociales y económicas y la «amenaza» de los planes de ajuste del Ejecutivo nacional.