En la industria farmacéutica, los químicos mezclan sustancias hasta que encuentran una fórmula que funciona. No funciona para todo, pero sí para el problema que se busca resolver. En el argot científico a este método lo llaman prueba y error, y en el ámbito de la política andaluza ya se ha utilizado con desigual acierto. Las elecciones municipales de 2011 dejaron 272 municipios pendientes de un pacto de gobierno, porque ningún partido había logrado mayoría absoluta.

Entre ellos aparecían 179 donde la aritmética ideológica permitía acuerdos de izquierdas entre PSOE e IU. Sólo cristalizaron 93, según la federación (otras fuentes hablan de 81). Estos son los municipios donde consiguieron cogobernar juntos o sellar un pacto de legislatura (que dura hasta hoy) y que sirven de prueba y error para adivinar cómo funcionará el futuro ejecutivo andaluz que echa a andar la semana que viene.

Se dice que los dos partidos están condenados a entenderse para garantizar la estabilidad del gobierno. Pero también se advierte de que «los electores del PSOE y de IU son más parecidos entre sí de lo que lo son sus dirigentes». De todos los ayuntamientos con pactos de izquierda que han sido consultados para este reportaje ha salido el mismo mensaje: un llamamiento al compromiso y la responsabilidad. Y también un profundo suspiro que revela que el camino de los pactos estuvo lleno de dificultades y que el esfuerzo para entenderse que hicieron ambas fuerzas fue ímprobo.

«Compartimos unos principios ideológicos, pero no es fácil gobernar juntos. El PSOE tiene una idea de la izquierda en la que caben algunas licencias que IU nunca permitiría, pero ahora nos hace más iguales el sentido de la responsabilidad», dice la nueva diputada de la coalición por Málaga, Lola Quintana. Quintana fue teniente de alcalde de Antequera entre 2007 y 2009 en un gobierno de coalición con el PSOE que se rompió a mitad de legislatura. «Hubo diferencias irreconciliables sobre el plan urbanístico, que nosotros no apoyamos y que los socialistas sacaron adelante con los votos del PP», recuerda Quintana.

El diputado socialista por Sevilla Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que tuteló el pacto con la federación de izquierdas en el Ayuntamiento de Sevilla, admitió poco antes del 25-M que, «por el resultado que da», él prefería «gobernar en solitario que pactar con IU». Ambas fuerzas gobernaron juntas la capital ocho años, con importantes acuerdos en materia urbanística, de medio ambiente y participación ciudadana. Nunca escondieron la dificultad que supuso mantenerse unidos. «Algunos días te desesperabas. Parecía que lo único que nos unía era estar en contra de las políticas de derechas del PP», dicen desde IU.

Pese a las dificultades, todos reconocen que en los pueblos inciden otros factores además de la política, incluidas rencillas personales. «En la política municipal las trincheras se ven más de cerca», dice Antonio Maestre, exalcalde de Los Palacios, donde ahora gobierna en minoría la federación de izquierdas. «IU entró echando pestes sobre lo que habíamos hecho nosotros. Aún así hay coincidencias claras, por eso les hemos apoyado iniciativas y mantenemos un diálogo fluido», dice Maestre.

El alcalde de Arahal, el izquierdista Miguel Ángel Márquez, sostiene que «después de enfrentamientos de muchos años» formaron gobierno con el PSOE porque primó «el interés del pueblo al partidista». «A nivel nacional, las diferencias entre el PSOE e IU son ideológicas. A nivel local no. Porque somos sensibles a las mismas demandas y necesidades de los vecinos», comenta. Márquez dice que el pacto funciona razonablemente bien. «No hay decisiones que hayamos tomado sin consultarlas con nuestros socios, incluso siendo nuestras concejalías», asegura.

En las municipales, IU renunció de antemano a renovar el pacto de progreso que les había vinculado preferentemente con el PSOE en los ayuntamientos donde podían sumar mayorías de gobierno. El coordinador regional Diego Valderas fue, junto al socialista Luis Pizarro, el promotor de aquellos acuerdos en 2003 y en 2007. También Valderas fue quien cortocircuitó el pacto de progreso en 2011, dejando las manos libres a las asambleas municipales de IU para decidir a quién apoyar y con quién gobernar.

Pactos antinatura. Eran malos tiempos para arrimarse al PSOE. El presidente Zapatero había anunciado un año antes un durísimo plan de recortes sociales en el Congreso, y el arco parlamentario de la izquierda le dio la espalda para siempre. Pero lo que sucedió al dejar abierta la puerta a la gobernabilidad con otras fuerzas es que empezaron a surgir pactos antinatura, y para castigar al PSOE, IU terminó aliándose con el PP.

Algunos ayuntamientos tan insignes como el de Almonte (Huelva), Alcalá de los Gazules, Chipiona, Chiclana y San Fernando (Cádiz), Torredonjimeno (Jaén), Guadahortuna (Granada), Pozoblanco (Córdoba), Colmenar y Benaoján (Málaga), Jergal (Almería) o Mairena del Alcor, Santiponce, Herrera y Montellano (Sevilla) están cogobernados por la derecha y los comunistas.

Valderas justificó aquellas extrañas alianzas con argumentos parecidos a los que ahora usa Juan Manuel Sánchez Gordillo, contrario a apoyar la investidura de Griñán. «Muy mal ha debido hacerlo el PSOE en el último mandato para que ahora se produzcan situaciones imposibles», dijo entonces el líder de IU. Aún así, Valderas dejó claro que los pactos antinatura estaban ocurriendo «sin el consentimiento de la dirección regional y federal».

En los pactos municipales entre PSOE e IU, a veces, cada partido ha intentado escribir las normas con su propia letra para que la gente identifique la autoría de su formación en cada acto de gobierno. El nuevo Ejecutivo andaluz no nace con esa idea, al menos eso dicen sus portavoces. Quieren fusionarse, trabajar al unísono, y que la gente identifique cómo gobierna la izquierda en Andalucía para diferenciarlo del resto de España.