­Paradigma de la transformación del sector agrario andaluz, el olivar camina con paso firme hacia el Horizonte 2020. En el nuevo plan de acción del sector del aceite de oliva de la Unión Europea, que plantea un aumento gradual de la producción española hasta acercarse a los dos millones de toneladas, Andalucía tiene mucho que decir. Aporta el 83% de la producción nacional de oro verde y el 32% de la mundial.

Antes de la entrada de España en la Comunidad Europea en 1986, una cosecha buena rondaba las 500.000 toneladas. Se inició entonces un proceso de modernización que, merced al regadío, a la tecnificación y a la llegada de las primeras ayudas a la producción, permitió alcanzar a principios de la década de los 90 las 760.000 toneladas. Nadie pensaba que algún día se podría rebasar el millón de toneladas, barrera que se alcanzó en el año 2000 y que se ha superado ampliamente.

A falta de conocer los datos de marzo, e incluso abril, últimos meses de recogida de algunas variedades de aceituna, la producción en Andalucía alcanza 1.250.000 toneladas (66.000 en la provincia de Málaga), por encima del millón y medio a nivel nacional. El 2014 va a ser, sin duda, un gran año para el aceite de oliva español, aunque el sector sigue teniendo varios retos pendientes.

El prioritario según Baldomero Bellido, técnico del olivar de la organización agraria Asaja Málaga, es dar salida y comercializar toda la cosecha. Para ello es preciso consolidar los mercados tradicionales y seguir en la búsqueda de otros nuevos, eso sí, sin perder de vista el mercado nacional.

Una mirada al olivar malagueño

El mapa del olivar en la provincia habla de 130.000 hectáreas y 25.000 explotaciones, la gran mayoría pertenecientes a familias con tradición olivarera que han apostado por nuevas plantaciones, más mecanizadas y productivas, eso sí con unos costes muy elevados que no todos los olivareros han podido asumir. Sólo la recolección representa el 60% del coste del cultivo, lo que la hace inviable en las explotaciones en pendiente o con problemas de agua. Por eso, apunta Bellido, la clave está en renovar las plantaciones que se pueda y apostar por árboles que permitan un proceso de recogida menos costoso y que sean más fáciles de comercializar, con la idea final de recuperar la rentabilidad perdida.

La variedad más emblemática de la provincia es la aceituna hojiblanca, que concentra la superficie mayoritaria. Su aptitud para mesa y molino, permite a los olivareros que tienen disponibilidad de agua aprovechar la aceituna verde para paliar la vecería y apostar por la aceituna de mesa.

También representativas del olivar malagueño son la picual y la arbequina, cultivo intensivo que ha entrado de lleno en las plantaciones modernas, como también variedades procedentes de otros países, como la frantoio. En la zona de la Axarquía la protagonista es la aceituna verdial y en la comarca del Guadalhorce, la aloreña.

El destino de todas ellas son las almazaras cooperativas. Hay unas 40 en la provincia, siendo las de Antequera, Algaidas, Archidona y Villanueva del Trabuco las que más actividad tienen. No en vano, las principales zonas productoras se concentran en la comarca Norte, en municipios como Alameda, Villanueva del Rosario, Villanueva de Tapia o Cuevas de San Marcos, en los que más del 80% de la superficie agraria es olivar.

Hace dos años, la producción de la provincia alcanzó las 94.000 toneladas, cifra que descendió a casi la mitad en 2013, un año anormal del que el olivar malagueño consiguió salir más o menos airoso, con mejores resultados que los registrados a nivel andaluz (478.000 toneladas) y nacional (615.000).

Ayudas de la PAC

Las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) juegan un papel fundamental en este sector. Ronda entre los 500 y los 600 euros por hectárea de olivar al año en Andalucía, cantidad que en las campañas con producciones media-baja sirve para sufragar los costes de producción. De no llegar, muchas serían las explotaciones que tendrían que dejar de producir.

En plena campaña de gestión de las nuevas ayudas para 2014, que finaliza el 15 de mayo, las distintas organizaciones agrarias calculan que gestionarán unas 28.000 solicitudes en la provincia. Eso sí, la sombra se cierne sobre el olivar de cara al periodo 2015-2010, porque en las ayudas directas de la PAC, que representan más del 30% de la renta de los olivareros, Andalucía no ha logrado incluir al olivar en pendiente superior al 20% entre los cultivos en claro riesgo de abandono, lo que le deja fuera de las ayudas asociadas, recorte que el sector teme se lleve por delante muchas cepas.

Con una ley andaluza del olivar que, sin presupuesto, se ha quedado en una mera declaración de intenciones, y una guerra de precios que ha pasado a un segundo plano porque la producción está muy por encima del consumo, lo que deja un precio ruinoso para el agricultor, el sector olivarero andaluz centra sus esfuerzos en comercializar toda la producción y abrirse paso en el extranjero.

La retirada de las aceiteras rellenables de bares y restaurantes es un primer paso que beneficia al productor, porque puede así dar a conocer la calidad de sus aceites, pero también al consumidor, que podrá apreciar la calidad del aceite que se está degustando.