Era un lastre que ensombrecía cualquier éxito educativo. Una auténtica asignatura pendiente del sistema. Y aunque aún queda mucho por hacer, Andalucía puede sacar pecho de que en la última década ha logrado reducir sus elevadísimas tasas de abandono prematuro de los estudios un 15%. Cada vez son más los jóvenes andaluces que comprenden lo importante que es acabar su formación escolar para tener un futuro de ciertas garantías laborales. A pesar incluso de la crisis económica, o precisamente por eso. Según los datos ofrecidos ayer por el Ministerio de Educación, esta tasa alcanza en la actualidad al 25,1% de la población en edad escolar.

Se entiende que han abandonado prematuramente sus estudios quienes no han obtenido el título de la ESO, o habiéndolo logrado no continúan sus estudios, ya sea en Bachillerato, Formación Profesional o cualquier curso de formación no reglada. El primer caso se consideraría, además, fracaso escolar, al no haber conseguido la titulación mínima.

Pese a esta buena noticia, la media andaluza sigue siendo un 5% superior a la española, que también ha logrado reducir esta tasa al 20,3%, cuando en el año 2011 era del 26,3%. El ministro del ramo, Iñigo Méndez de Vigo, atribuye este éxito a la reforma educativa y a la apuesta por la nueva Formación Profesional Básica. «Nuestra obligación es seguir explicando que la FP es una alternativa real, que puede dar satisfacción y empleo a mucha gente. Que al contrario de lo que muchos piensan, no es una enseñanza de segunda categoría», dijo ayer el ministro, que se mostró muy satisfecho con estas cifras.

A pesar de que aún el 25% de los alumnos andaluces deje de estudiar, sin duda es meritorio, teniendo en cuenta que los éxitos en educación suelen ser lentos y las tasas de analfabetismo eran muy elevadas hasta hace poco más de 30 años.

Así, la consejera de Educación, Adelaida de la Calle, valoró ayer los datos hecho públicos por el Ministerio de Educación, que muestran esta bajada en la serie histórica e interanual, en concreto un 3,4% con respecto el mismo periodo del año anterior. De la Calle destacó que «aunque queda mucho por hacer, resulta motivador que nuestro sistema educativo público haya reducido la tasa de abandono escolar en casi quince puntos si echamos la vista atrás 10 años, del 39,6% al parámetro actual».

Según De la Calle, «estamos ganando terreno al abandono escolar y lo hacemos con un ritmo que redobla a la media nacional pues el conjunto del Estado reduce el dato en un 0,5% y nosotros avanzamos en un 0,9% en el último trimestre. Andalucía está convergiendo por encima de la media española cuando partíamos de una posición históricamente peor».

En los últimos años la Junta de Andalucía ha puesto en marcha una serie de programas destinados a combatir el fracaso, el absentismo y, con ellos, también el abandono educativo temprano. Entre estas medidas, destacan, como ayer recordó De la Calle, las becas para que el alumnado con escasos recursos no abandone su escolarización (Becas 6000, Adriano y Segunda Oportunidad) o el transporte escolar gratuito en enseñanzas posobligatorias. Y es que el abandono escolar temprano es un fenómeno complejo en el que influyen factores educativos, pero también económicos y sociales.

La Delegación Territorial de Educación señaló también otras medidas puestas en marcha y mantenidas en solitario por el Gobierno andaluz. La lucha contra este abandono prematuro se articula en torno a los Programas de Refuerzo que fueron sufragados hasta el curso 2011/2012 por el MEC, siendo Andalucía una de las pocas comunidades autónomas que ha asumido el gasto que suponen estos programas desde el curso 2012/2013.

Programas como el PARCEP (apoyo educativo y refuerzo en primaria) y PARCES (en Secundaria) mejoran la calidad y cantidad de los aprendizajes, de la relación del alumnado con el centro, de la participación de las familias y de las posibilidades educativas del entorno. Y entre sus objetivos destacan también la lucha contra el absentismo escolar y por tanto la prevención del abandono escolar.

El Programa de Acompañamiento Escolar, del mismo modo, se dirige al alumnado que, por diferentes motivos, no puede recibir el acompañamiento y apoyo suficientes en el seno familiar y persigue compensar los desfases en Lengua y Matemáticas.

De estos programas se beneficiaron el curso pasado más de 12.600 alumnos y contaron con un presupuesto de más de 2,5 millones.