Javier Martín, alumno de un curso de elaborador de productos cárnicos, ha afirmado hoy que no aprendieron nada, que una "mano negra" avisaba de las inspecciones y que hacían "trabajo sucio" en una fábrica, lo que ha resumido: "Tengo un título dado por la Junta pero yo no soy capaz de elaborar un chorizo".

En su declaración ante la comisión de investigación, Martín ha explicado que en su curso, desarrollado en 2010 en Alhaurín el Grande por Zureja Formación, no aprendieron "absolutamente nada", con clases teóricas "en una nave con techo de chapa, que no era un espacio habitable" y con prácticas en las que les ponían a hacer el "trabajo sucio" en la empresa Embutidos Moreno Plaza S.L.

En lugar de aprender a elaborar productos cárnicos, sus tareas eran cortar o pesar tocino, mover cajas, cambiar etiquetas, colgar chorizos o lavar cestas, aportando mano de obra a la empresa como "peón", según ha dicho Martín.

Fontanero de profesión, realizó el curso al quedarse parado en 2009, pero en él no aprendieron "absolutamente nada" y el título fue "regalado".

"No tendríamos que haber aportado nuestra mano de obra a la fábrica, tendríamos que haber sido formados, pero para cualquier empresa es fácil tener mano de obra sin pagar", ha lamentado ante la actuación del empresario Juan Enrique Zumaquero.

A pesar de que el curso tenía un compromiso de contratación, según este exalumno, de los diez que quedaron solo se contrató a dos y cuando iba a expirar el plazo, para "no perder la subvención", se hizo un contrato de media jornada a otros cuatro.

Aunque fue contratado como matarife y trabajador de la industria cárnica, ha señalado que Zumaquero lo puso a él a cambiar unos bajantes en su casa, mientras que otro compañero que era albañil le "tiró" unos tabiques y otro pintor "le pintó unos cuartillos".

Ha asegurado que los responsables sabían cuándo iba a haber una inspección, por lo que momentáneamente dejaban esas tareas, se agrupaban para ver cómo se elaboraban los productos mientras estaba allí la inspectora, y tenían "instrucciones" para decir que no estaban trabajando.

No le decían nada a la inspectora de lo que estaba ocurriendo porque los tenían "agarrados", ya que ellos lo que querían es quedarse después trabajando allí.

"Imagino que habría una mano negra que decía que iba la inspectora", ha manifestado Martín, quien ha explicado que cuando llegaba hacían "como que estaban aprendiendo algo", aunque por ejemplo él estaba "lleno de trozos de tocino".

Además, ha desvelado que se "autoexaminaban" poniéndose quince preguntas, copiando la respuesta "y ya está", y ha dicho que al terminar el curso tampoco hubo ningún seguimiento posterior.

En la nave donde daban la teoría las sillas eran "de las verdes para niños de Primaria", mientras que en la fábrica no tenían duchas, ni agua caliente, ni vestuarios, de manera que "no había materiales, ni instalaciones ni nada", ha agregado.

Los productos con los que trabajaban los alumnos se vendían en la fábrica porque "allí no se tiraba nada", ha indicado.

Martín realizó el curso en abril de 2010, fue contratado en marzo de 2011, pero meses antes publicó en un blog lo que había ocurrido, algo que llevó a Zumaquero a rescindir su contrato -según ha aseverado- y que él denunciara su experiencia por email a la Junta.

Un funcionario intercambió varios correos electrónicos con él, puso en duda que eso fuera posible "desde un principio", y finalmente la Junta no actuó, ha manifestado Martín.

En ese sentido, la diputada del PSOE Marisa Bustinduy ha cuestionado por qué esperó a terminar su contrato para denunciarlo y no se lo transmitió a la inspectora, a lo que Martín ha contestado: "Usted no sabe lo que es que le falte el pan a sus hijos, o tener que ir a los servicios sociales a pedir un poco de arroz, yo sí".

Bustinduy ha esgrimido que este alumno "no es una representación fiable" de lo que ha ocurrido en los cursos porque hubo más de un millón de alumnos "y no ha sido lo más apropiado guiarnos solo por su testimonio".