Nunca hubo mayor comienzo que ahora. Las palabras del ensayista norteamericano Walt Whitman describen a la perfección lo que gran parte del PSOE vivió ayer en la peregrinación masiva a Madrid, donde Susana Díaz anunció su candidatura a la secretaría general del partido en el Palacio de Ferias de Madrid. El resto del partido estuvo contraprogramando en BurjassotBurjassot. Si la vapuleada militancia creía que el paraíso era el llenazo de Vistalegre con Zapatero en 2008, acabó viviendo un deja vu con el protagonista de entonces de vuelta y en primerísima fila. Atrás queda ya la música de derrumbe que iba asociada a su nombre y convertían su presencia en una molestia incómoda. Solo fue uno de los muchos padrinos que asistieron al bautismo de fuego.

Cuando el aforo cumplió las expectativas (9.000 según la organización), dio comienzo la ceremonia para formalizar el anuncio más esperado. El lema elegido para llevar a Ferraz al último fenómeno político del socialismo andaluz, nacido en la agrupación de Triana, estuvo omnipresente en tiempo y espacio: «100% PSOE». A la entrada se repartían banderas de las que dan bien en un pabellón mitinero, con el grito de guerra inscrito como guía espiritual. Algunos lo interiorizaron tan bien desde primera hora de la mañana, que ya solo les falta tatuárselo en la piel. «Ese es el PSOE que queremos, el que gana elecciones. «Socialistas 100% y 100% socialistas» repitió Díaz en varias ocasiones. Y luego, de nuevo. Esta vez, al revés. En tiempos en los que hay que simplificar el mensaje político hasta la perversión para que entre en un pegadizo tuit, salir a la palestra con un palíndromo se podría considerar fácilmente como una genialidad.

Los 9.000 militantes así lo premiaron con aplausos pasionales. Unos 2.000 de ellos, ubicados en un pabellón aledaño y despachados con una pantalla XL por exigencias del aforo. Es fácil imaginarse que va de algo trágico, cuando te recorres media España durante toda la noche en autobús para ver a la futura secretaria general del PSOE como te dibujas a Mariano Rajoy: dentro de un plasma: «Quiero acodarme de los que están en el otro pabellón». Las primeras palabras fueron para ellos.

Preguntando a algunos de forma sutil que qué es lo que habían visto en Díaz, coincidieron en que ella es como ese elemento aglutinador y aquella argamasa necesaria para cubrir y unir todo lo que se rompió por el camino.Proclamación

De nuevo, y ya van unas cuantas, urge más comienzo en el PSOE. Con un nuevo proyecto político en el que ahora sí importa que sea liderado, por primera vez en la historia, por una mujer. «¿Ya va siendo hora después de 140 años de historia, no?» preguntó Díaz. Sí, como no. «No quiero que me votéis solo por ser mujer», precisó entonces. Tanto se ha escrito y rescrito el guión en los últimos, que ya no hubo vuelta atrás. En torno al medio día, así como para entrar en todos los telediarios, llegó el momento de ponerse en la picota. A las 13.30 horas nació una futurible secretaria general del PSOE llamada Susana Díaz. «España nos necesita y el PSOE está dispuesto a hacerse cargo». Decir «estoy dispuesta» seguramente hubiera sido un lapus del subconsciente.

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Susana Díaz, arropada por el pasado y el presente del PSOE. Vídeo: ATLAS | EFE

Cuentan las fuentes autorizadas del partido consultadas sobre el terreno, que Díaz dibuja la política en el contexto adecuado. Que es la única que sabe manejar la máquina de coser que tanta falta va a hacer. El nexo de las grandes cohesiones con el que sí es posible que se pueda lograr. ¿El qué? Un nuevo comienzo para gobernar el país desde la mayoría. Si el 1 de octubre todos se encerraran en Ferraz para decirse de forma figurada eso de «qué gran partido somos, ¿pero te importa que me lo cargue?», el 26 de marzo se tendieron de nuevo los puentes. En este mar revuelto de disimilitudes, en lo primero que hubo que reparar necesariamente, fue en la amplia representación de figurantes de renombre que acompañaron a Díaz en el inicio de su arriesgado viaje. Si lo que hubo en frente de ella mientras que pronunciaba su discurso se puede considerar como el espejo de su propio futuro, tuvo motivos para ponerse tensa por la responsabilidad que se le viene encima. Alfonso Guerra y Felipe González. José Luis Rodríguez Zapatero y José Bono. Luego, Carme Chacó y Alfredo Pérez Rubalcaba. Decir que estuvieron todos los barones, exceptuando a Idoia Mendia y Francina Armengol, y que su tallaje orgánico quedó empequeñecido da una buena idea del elenco presente. No eran casualidades las respectivas presencias porque todo formó parte de una hoja de ruta calculada al milímetro. En su día, algunos de estos actores se convirtieron en rivales. Aquí emerge Díaz para «unir». El PSOE 100%, entendido en su máxima ortodoxia y alejado de contaminaciones ideológicas. Y Eduardo Madina, declarándose, susanista: «Aquí estoy, con Susana». Las vueltas que da la política.

Destacar, entre tanto ambiente pasional, el semblante serio de González. Apenas ni tan siquiera una sonrisa. Era la parte solemne. Entre tanto culto a la persona, fue muy fácil olvidar que el PSOE está pasando por momentos complicados. Pero ahí estaba otra vez Díaz. Con las dos piernas apuntaladas en Madrid, pero con la cabeza primero en Cataluña. Luego en Extremadura. Valencia. Recorriéndose un proyecto de país federal de barón en barón. Ximo Puig, Javier Lambán, Sánchez Vara y demás...para detenerse, finalmente, en José Montilla. «Un andaluz gobernando la Generalitat», recordó. De Iznájar, concretamente, y pactando con Esquerra Republicana, se le olvidó decir. Vino la apelación final a los orígenes. La fontanería de su esencia. «Sí, soy de la casta de los fontaneros y orgullosa», dijo con el pecho oxigenado. Partiendo de la premisa empíricamente probada de que el aparato siempre gana, ayer se confirmó que la presidenta de la Junta navega en un mar en calma. Gustó su puesta en escena entre parte de la prensa capitalina. «No estamos acostumbrados a tanta caña. Tiene fuerza». Y es algo normal en los mundos de Antonio Miguel Carmona. Para los que conocen el soniquete, estaban viendo a Alfonso Guerra con mechas.