Lo ocurrido con uno de los proyectos más importantes del mandato que ahora concluye sirve de ejemplo fundamental de cómo camina la estrategia política en este municipio axárquico. El Museo de Nerja fue abierto oficialmente hace unas semanas. Hubo inauguración institucional y visita gratuita para la ciudadanía. Pero sólo 24 horas después ya estaba cerrado, sin posibilidad de momento de que vuelva a abrirse al público. El motivo no es otro que la ausencia de las preceptivas licencias municipales de apertura y primera ocupación.

En una infraestructura que finalmente rozará una inversión de seis millones de euros, la mayoría de las administraciones han arrimado durante años el hombro para que el flujo de visitantes que cada año recibe la Cueva de Nerja acuda también al casco histórico nerjeño. Enclavado en las cercanías del Balcón de Europa y del principal edificio consistorial, en una de las esquinas de la nueva Plaza de España, este recinto museístico ha protagonizado algunas de las más agrias estampas de la vida política más reciente en el Ayuntamiento.

A la presentación de las instalaciones provisionales, con presencia de representantes del sector empresarial, hace ya unos meses, acudieron el alcalde, José Alberto Armijo, y el portavoz socialista y gerente de la Cueva, Ángel Ramírez. Uno y otro se brindaron acusaciones, acerca de si se había agilizado en su justa medida el proyecto. Después, con motivo de una de las licitaciones incluidas en la última fase del proyecto, el Ayuntamiento acudió a los tribunales. Y, en el último episodio, el Consistorio ha indicado que las licencias tardarán meses en otorgarse. Y el Museo, cerrado.