«Hemos llegado a pensar en algún momento que por culpa de la política, que en este pueblo se vive con demasiado calor y sin pensar muchas veces en lo que al pueblo verdaderamente le duele, íbamos a tener el museo cerrado muchos años». Antonio Jiménez sólo acudió ayer al nuevo Museo de la Historia de Nerja para confirmar que realmente estaba abierto.

Como muchos otros nerjeños, el pasado 25 de marzo pudo visitar sus diez sectores expositivos, repartidos en 1.800 metros cuadrados y cinco plantas, después de la inauguración oficial por parte del presidente de la Fundación Cueva de Nerja y aún subdelegado del Gobierno en Málaga, Hilario López Luna. Fue con motivo de una jornada de puertas abiertas que sí generó colas en este recinto de la plaza de España. Unas aglomeraciones que ayer no se repitieron ni por asomo.

Ocho meses se ha demorado la apertura definitiva, el tiempo que han tardado en ponerse de acuerdo responsables de la cavidad y del ayuntamiento para establecer una fórmula que agilizar la concesión de las preceptivas licencias municipales de primera ocupación y apertura. Bromeaban los primeros residentes nativos en adentrarse en este nuevo espacio de la Red de Museos de Andalucía que bastante más se tardó en localizar la Cueva nerjeña que abastece de material incalculable a las vitrinas expuestas desde ayer al público.

Piezas de incalculable valor

En efecto, la directora del Museo de la Historia de Nerja, Cristina Liñán, destacó como auténticas joyas prehistóricas varios de los elementos que ya se ofrecen al visitante de martes a domingo –en horario de 10.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 18.30; salvo en julio y agosto que se amplía a una única franja de 10.00 a 19.30–. «Aquí se pueden ver piezas únicas, como un ánade grabado durante el Neolítico sobre un canto de cuarcita».

Pero también se ha trasladado desde el interior de la Cueva de Nerja, donde estaba expuesto hasta ahora, el esqueleto de una mujer, conocida popularmente como Pepita, que pudo fallecer hace alrededor de 8.000 años, como subrayó también la propia Liñán.

El técnico superior del Museo, Antonio Montesino, está convencido de que con el paso de los meses este espacio monumental sirva de potente agente «dinamizador» de Nerja, ante la llegada de

un número cada vez más importante de turistas interesados por los elementos culturales que han conformado la Málaga actual.

Entre las anécdotas que deparó esta primera jornada, las dinamizadoras de sala Laura Gálvez y Carmen María Jiménez manifestaron que la primera pareja de visitantes fue agasajada con varios obsequios. «Ha sido un matrimonio de origen danés, pero que reside en Nerja», espetó Gálvez.

Otros dos compañeros, Rubén Darío Barbero y Beatriz Navas, se encargaron de guiar a algunos de los primeros niños que acudieron al recinto, con la particularidad de que uno de los menores «se echó a llorar nada más ver de cerca el esqueleto completo de Pepita». Así mismo apuntaron que todos los sectores –incluido uno dedicado a Verano azul– ofrecen hojas de sala traducidas a otros tres idiomas, inglés, alemán y francés, «de forma que los extranjeros puedan disponer de toda la información». Y es que Nerja jamás olvida su carácter «tan cosmopolita».