«¿Hoy es el último día que está el tranvía?». Esa era la pregunta que más se escuchaba ayer sobre este sistema de transporte por numerosos usuarios; se la hacían a otros vecinos mientras esperaban, en las paradas o una vez dentro de los vehículos, al revisor. Y, efectivamente, ayer fue el último día.

El tranvía de Vélez Málaga, el primero implantado en Andalucía, ya no se verá más por las calles. Aún quedan las marquesinas, las famosas «aletas de tiburón» que lo separaban de las vías anexas y los semáforos específicos para este medio de transporte. Ahora se queda encerrado, en las cocheras.

Y es que a pesar de que el Ayuntamiento veleño informó durante la pasada semana a través de folletos informativos, vallas publicitarias y anuncios en medios de comunicación sobre la suspensión temporal del servicio, algunos aún pensaban que todavía seguiría en marcha.

«La verdad que te da algo de pena que se pare, y mucha gente está preguntando si ya era el último día que estaba», comentaba ayer José Luis Riera, el conductor del tranvía en la jornada del domingo que efectuó los últimos trayectos entre Vélez Málaga y Torre del Mar.

«Hay algunos que se pensaban que se suspendía el viernes», apunta José Bonilla, que estaba de revisor dentro de los vehículos y que trabaja en el tranvía desde que se implantó, en octubre de 2006. Además, señala que ese día se estaba registrando una mayor afluencia de viajeros «quizá porque muchos saben que es el último».

Y es que en estos días, sobre todo es un medio que usan muchos veleños para poder ir a la playa. «Yo ahora lo cojo mucho para ir a Torre del Mar», cuenta Raquel Pitres. «Voy cada semana al hospital en él, porque no puedo subirme al autobus por la pierna. Cuando lo quiten, tendré que volver a coger el taxi como antes, y gastarme nueve euros», explica Adelina Guirado, muy contraria a que se suspenda el servicio.

Para Paqui Barranquero tampoco fue una grata noticia: «Los autobuses no llegan muchas veces a su hora por el tráfico y son muy incómodos para personas discapacitadas o si llevan el carrito con el niño. El tranvía es puntual, es muy cómodo y tiene mucho espacio».

«Con todo lo que se han gastado para poner el tranvía, ahora lo quitan. Encima tuvieron que destrozar con las obras la avenida Juan Carlos I, incluso haciendo las obras de la segunda fase que ni las han puesto en funcionamiento», apunta Antonio Sánchez mientras espera en la parada situada junto al barrio de La Legión.

De hecho, ayer varios concejales de la oposición del Ayuntamiento de Vélez Málaga se subieron al tranvía en el último viaje, que salió desde el parque Jurado Lorca a las 23.20 horas, como medida de protesta ante la decisión del actual equipo de Gobierno.

El alcalde de la localidad, Francisco Delgado Bonilla (PP), indicó que se trata de «una paralización temporal», ya que insta a la Junta de Andalucía a que ayude económicamente al Consistorio para paliar las pérdidas. Sin embargo, el ente autonómico ha defendido continuamente que la explotación del servicio es competencia municipal.

El tranvía empezó a funcionar en octubre de 2006, tras una importante inversión por parte de la Junta para su implantación de cerca de 40 millones de euros, de los cuales 32 correspondían a las infraestructuras viarias y el resto a la adquisición de las unidades móviles.

El propio Ayuntamiento asumió la gestión y mantenimiento del transporte, rubricando el respectivo convenio con Travelsa (empresa conformada entonces por Alsa y Sando, y ahora sólo por la primera sociedad), que se encargaría de la explotación del transporte municipal, de cerca 4,6 kilómetros que comunica el parque Jurado Lorca de Vélez con la iglesia de San Andrés de Torre del Mar.

Sin embargo, la cifra de estimación de usuarios de 1,2 millones ha sido el principal motivo del déficit anual del servicio, ya que en caso de que no se llegara a este número, el Ayuntamiento paga la diferencia de usuarios para garantizar el equilibrio. El año pasado tan solamente lo usaron 676.000 pasajeros, lo que arrojo un déficit de 1,2 millones de euros.

La solución ahora es una importante reestructuración del servicio de autobuses, con la idea de llegar a nuevos barrios no conectados con el transporte municipal, como es el caso de la urbanización El Limonar, avenida La Pasionaria o la urbanización del Romeral.