Los seguidores de la ideología de Buda tienen en la comarca de la Axarquía una cita ineludible. Y es que el centro budista Karma Guen, situado muy cerca del núcleo de Trapiche en Vélez Málaga, celebra durante toda esta semana su curso anual de meditación, en el que reúnen a un total de 3.500 visitantes procedentes de 62 países de todo el mundo.

Y es que esta zona, conocida como Aldea Alta, es uno de los principales centros del Camino del Diamante, que se considera un budismo laico que se puede practicar sin ser monje y en el que llevando una vida normal se puede llegar a la liberación y la iluminación.

Así, el paisaje natural que rodea a la famosa estupa se ve poblada de numerosas tiendas de campaña y con una intensa actividad.

Y sobre todo uno de los principales y más llamativos lugares de encuentro es el gompa, o lo que se conoce como sala de meditación, que este año cuenta con la presencia del lama danés Ole Nydahl para impartir las sesiones ante numerosos asistentes, que comienzan a las diez de la mañana y duran hasta las doce de la noche, con descansos periódicos.

Pedro Gómez, fundador del centro, afirma que «se trata de un curso muy especial, que nos prepara para salir del cuerpo, donde está la mente, una forma de prepararnos ante la muerte». «Se aprende a canalizar todas las energías, las cuales se van concentrado en el centro del cuerpo para salir la conciencia fuera. En este momento, se quita el miedo a la muerte, ese miedo que existe en todos los seres pero que hay que ver como un proceso».

Además este viernes acudirá al centro budista veleño Gyalwa Karmapa, el actual líder espiritual de la escuela Karma Kagyu, que permanecerá en Vélez Málaga hasta el domingo día 17, día en el que acudirá a Benalmádena, donde impartirá otro curso de budismo.

Karma Guen es un enclave dedicado a esta doctrina que cumple este año su vigesimoquinto aniversario desde su fundación, para lo cual tienen previsto preparar dentro de unos meses una gran ceremonia.

«Se trata de un centro mucho más conocido fuera de España que dentro, ya que el budismo empieza aquí ahora. Sin embargo, hay otros países en los que hay una tradición más fuerte, al ser una forma de pensar y vivir más libre y natural, sin dogmas, sin un ser que te castigue y en el que no existe el sentido de ese castigo de fatalidad», explica Pedro Gómez.

Para acoger a la multitud de visitantes cuentan además con una cocina industrial de unos 400 metros cuadrados que les permite servir unas 10.000 comidas al día, en la que colaboran las personas que tienen menos recursos para pagar su estancia. También cuenta con una sala de registro, comedores, tiendas, zonas de trabajo y para los niños, una enfermería y una biblioteca.