La Axarquía también estuvo presente en el banquete de los premios Nobel, que tuvo lugar el lunes en el Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo. Aunque fue precisamente en la mesa, en forma de un exquisito vino moscatel dulce, perfumado y floral, el Jorge Ordóñez & Co número 2 Victoria procedente de la comarca. Un exquisito caldo que pudieron disfrutar los cerca de 1.300 comensales que se dieron cita, entre los premiados e invitados al acto.

Algunas de estas botellas se encuentran en Vélez Málaga, en las bodegas que el grupo Jorge Ordóñez tiene en el polígono industrial La Pañoleta. Las bodegas Jorge Ordóñez nacen en 2004 y desde entonces han dedicado casi un 80% a la exportación, a países como Estados Unidos, Canadá, México, China, Japón, Irlanda, Inglaterra Ucrania o Suecia. Precisamente, en este último país, donde tuvo lugar la gala, llevan trabajando durante cuatro años para llevarles esta delicia.

«Para preparar esta cena previamente se hizo una cata a ciegas entre más de cien vinos internacionales, antes de elaborar el menú, el cual es confidencial hasta que no se hace público la misma noche que tiene lugar el acto», comentaba Alicia Pérez-Bryan, responsable de marketing del grupo Jorge Ordóñez.

Para su elaboración se ha recuperado un sistema de producción histórico, que utiliza uvas de antiguos viñedos, algunos de ellos incluso centenarios. Las uvas de la variedad moscatel de Alejandría se recogen a mano y se transportan con mulas por las empinadas laderas montañosas que se localizan en Almáchar, pueblo donde se producen exquisitas pasas, y gracias a ellas se consigue el Jorge Ordóñez & Co número 2 Victoria.

La producción de este vino es de aproximadamente unas 10.000 botellas de media, de unos 375 mililitros y cuyo coste en el mercado se cifra en unos 22 euros. En el banquete de la capital sueca se ofrecieron unas 156 botellas para acompañar al postre, una trilogía de cerezas con mascarpone al pistacho y sorbete de cerezas negras.

Durante la ceremonia, se sirve un champán de entrada, un vino para el plato principal y un dulce para finalizar. Los mejores vinos del mundo han protagonizado los banquetes de celebración de los Nobel en los 111 años de historia de los premios, y en 2012 lo ha hecho el vino malagueño, junto con el vino tinto para el plato principal, un Burdeos de Chateau Valandraud.

Precisamente, en el transcurso de en la cena de celebración de los Premios Alfred Nobel brindaron con este vino para cerrar el banquete los galardonados de 2012, Sir John B. Gurdon y Shinya Yamanaka en Medicina; Mo Yan en Literatura; Serge Aroche y David J. Wineland en Física; J. Lefkowitz y Brian K. Kobilka en Química, Alvin E. Roth y Lloyd S. Shapley en Economía.

«Es un vino que nos ha dado muchas satisfacciones, ya que este año Robert Parker, uno de los críticos más reconocidos en todo el mundo, lo ha catado y lo ha puntuado con 95 puntos sobre 100, que ya es algo histórico», comentaba Pérez-Bryan. Además, la demanda está creciendo, y más ante las fechas navideñas y por su presencia en esta ceremonia de los premios Nobel.

Este vino, del reconocido bodeguero Jorge Ordóñez y su hermana Victoria, fue creado por Alois Kracher, el que fuera uno de los enólogos de vinos dulces más prestigiosos del mundo y el que precisamente le dio el nombre de Victoria a este caldo que se produce desde hace poco más de nueve años.

«La elección de un vino dulce español demuestra la importancia que están logrando nuestros caldos en todo el mundo y la recuperación de la hegemonía histórica de las Denominaciones de Origen de Málaga y Sierras de Málaga», comentaba Victoria Ordóñez, directora general de Bodegas Jorge Ordóñez.

Más tiempos en los paseros y a la sombra. Uno de los pasos más importantes para la elaboración del Jorge Ordóñez & Co número 2 Victoria, tras pasar un estricto proceso en la selección de la frutas, es el proceso de su conversión a pasas. Normalmente las uvas se dejan secar al sol en los paseros durante unos diez días, aproximadamente. Sin embargo las que sirven para la elaboración de este vino permanecen a la sombra, durante un periodo mayor que puede durar entre cuatro y seis semanas. Después, se termina el proceso de fermentación bajando la temperatura, por lo que no es necesario aportar alcohol añadido para el vino dulce.