Nada tiene que ver el pasado curso en el instituto la Maroma de Benamocarra con el presente, y los padres, profesores y alumnos viven un periodo lectivo con total normalidad y sin sobresaltos. Muy alejado de la polémica sobre el estado de las instalaciones y el precinto de las mismas, que provocó el traslado durante más de un mes de los estudiantes a aulas prefabricadas en Torre del Mar; como consecuencia del desentendimiento entre Junta de Andalucía y Ayuntamiento.

Precisamente uno de los problemas más acuciantes, que era el muro de escollera situado bajo el patio y que daba al exterior, ya está solventado tras levantarse un muro de hormigón para evitar que las lluvias provoquen el desprendimiento de piedras a la carretera. También se ha reforzado algunos de los muros del interior del centro educativo.

Además se realizaron las gestiones para adecuar la instalación eléctrica, ya que los cuatro años anteriores habían estado conectados a la luz de obra. Ya se ha formalizado el contrato del suministro; solicitando el traslado del contador de una parcela anexa así como unas obras menores que se desarrollaron en el gimnasio.

Juan Martín, presidente del Ampa, señaló que los alumnos siguen las clases «con total normalidad», después de la situación vivida hace un año. «No se miraba por la seguridad de nuestros hijos, sólo se trataba de un conflicto entre administraciones que a ellos ni les va ni les viene, y que solamente les estaba perjudicando en sus estudios».

El Juzgado de los Contencioso Administrativo número 3 de Málaga ordenó en marzo el levantamiento del precinto del centro, el segundo que se efectuaba, al evaluar que por los documentos presentados por el Consistorio benamocarreño no se justificaban riesgos para el alumnado ni para el personal docente.

El auto además resaltaba que las labores inspectoras por parte del Ayuntamiento no habían sido «obstaculizadas» por la Delegación Provincial de Educación, ni «había apariencia de ser necesario acordar el precinto porque nada se está obstaculizando, y como no existe esa apariencia, no hay por qué autorizar judicialmente la entrada al centro».

Las conversaciones entre el Consistorio benamocarreño y representantes de la Consejería de Educación durante el primer trimestre del pasado año fueron tan continuas como infructuosas, alegando el primero el riesgo de peligro por el estado de las instalaciones y que no se le permitía el acceso a los técnicos municipales mientras que la Junta defendía todo lo contrario, así como que dichos técnicos no habían comprobado el interior del edificio para dictar la orden de la clausura del edificio.

Como consecuencia de ello, los más de doscientos alumnos de Benamocarra, Almáchar, Iznate y el Borge estuvieron durante un tiempo trasladándose a Torre del Mar, a las aulas prefabricadas que se habilitaron por parte de Educación en el instituto Joaquín Lobato, hasta que el 14 de marzo el Juzgado se les permitió volver a La Maroma.

«Los padres siempre habíamos defendido que el centro no presentaba ningún peligro», señalaba Martín. Y de hecho ahí fue cuando empezaron una campaña a través de manifestaciones y concentraciones, así como diversas reuniones con representantes políticos para velar por el interés de sus hijos y que volvieran de nuevo a su instituto.

Incluso hace pocos días, y en homenaje a la lucha que hicieron hará un año, se mostró en el centro un vídeo con las dificultades que sufrieron durante el segundo trimestre del pasado curso así como las movilizaciones que realizaron; acompañado de una exposición fotográfica de los diversos actos. «Había un auto judicial que negaba el riesgo y que ordenaba estas obras.

La licencia de primera ocupación está todavía pendiente, y ese asunto depende de la administración local», según el director, Manuel Ruiz Cazorla, que calificó las jornadas de reivindicación como «una odisea».

Por su parte, el alcalde de la localidad, Abdeslam Lucena, del Partido Popular, criticó el retraso de las obras «que han durado unos siete meses cuando dijeron que se trataba de una obra menor».

Un curso marcado por las reivindicaciones

Buena parte de la solución de este conflicto vino de la mano de los padres y madres de alumnos del instituto de enseñanza Secundaria La Maroma, que prácticamente fueron los que garantizaron la visibilidad de un problema de carácter político en este pequeño municipio de la Axarquía. Comenzaron con un encierro en el centro educativo para evitar que fuera precintado; y una vez que se efectuó la medida realizaron manifestaciones por el pueblo e incluso trasladaron estas movilizaciones por la capital malagueña. También mantuvieron encuentros con representantes provinciales, consiguiendo que este asunto llegara a debatirse en el pleno de la Diputación.

JUANJO ZAYAS

@opiniondemalaga