La agricultura hortofrutícola intensiva, junto a la subtropical, ha logrado capear durante los dos últimos años la crisis económica, a través de la cada vez mayor especialización de los empresarios del sector, en contraste a la coyuntura de recesión general que se vive en España. Sin embargo, el efecto llamada ha generado que uno de cada cinco campesinos en municipios de la Axarquía como Torrox sea novato. Y las empresas suministradoras acaban de alertar sobre la falta de profesionalidad que presentan muchos de ellos y ante la existencia de auténticos «especialistas en el impago y la picaresca para eludir todo compromiso».

Un gran número de esos nuevos agricultores adquieren fincas privadas mediante medianería y en el último año, ante la falta de contratos por escrito, han proliferado los casos de «abandono del cultivo». Los empresarios encargados de suministrar las semillas indican que el dueño del terreno resulta así agraviado, «porque debe afrontar en solitario gastos de una campaña que no le ha generado ni un céntimo de euro». La estrategia en lo que va de año, para evitar que puedan llegar a quebrar suministradoras o los propietarios, es la de reclamar el pago por anticipado de semillas o productos, en contraposición a la práctica tradicional.

Alberto González, propietario de Semilleros San Isidro, en El Morche, reconoce que pagan con ciertas prácticas irregulares «justos por pecadores». Pero no existe la alternativa: «El campesino desde siempre ha sido un trabajador muy honrado. Siempre se ha preocupado de pagar las semillas nada más recibir los primeros pagos por sus ventas. Pero ha llegado un nuevo modelo de agricultor, que no tiene mucho que ver con lo que se ha visto hasta ahora».

En décadas no se ha vivido una fiebre como la actual por el campo. Que un 20% de los trabajadores del sector apenas lleve dos o tres años en su actividad es todo un récord. Pero al calor de los invernaderos acuden «pícaros» de toda naturaleza. «Aquí nos vienen a diario decenas de personas locas por encontrar un pedazo de tierra, aunque sea con mucha pendiente e improductivo durante años y años. Pero también te viene, como hace tres días, una mujer llorando, porque una familia le ha dejado el invernadero abandonado, sin pagar 4.000 plantas que son cerca de 2.000 euros. La han dejado totalmente enganchada. Y casos así es de vergüenza que ocurran».

Leopoldo López, actual gerente de Semillero Vivacristina, también pide ya por adelantado cada pago a estos nuevos agricultores. «Aquí en El Morche llevamos dos años bastante buenos en cuanto a los precios de venta en las corridas. Del cliente de siempre no te preocupan los atrasos. Pero si no conoces al que viene, como cada vez ocurre más, tienes precauciones».

Trabajadores de la construcción, de 30 a 45 años y sin estudios

Son miles los empleados de las empresas constructoras que han sustituido su anterior trabajo por la explotación de una parcela agrícola. Su perfil medio: de 30 a 45 años de edad y sólo con estudios elementales -aunque cada vez son más los universitarios que también se refugian en la tierra de labor-. El problema, como apuntan los representantes sindicales, es que creen que el campo continúa como hace décadas. Juan Antonio García, portavoz de COAG en la Axarquía, explica que el «nivel de especialización» impide que desde el primer día se generen los ingresos esperados. De ahí llega la frustración y el posible abandono de la tierra, «sin reparar en los perjuicios que genere». Agrega que se plantean casos incluso de «competencia desleal», porque algunos nuevos agricultores eluden hasta el pago de tributos o compromisos con la Seguridad Social. Tanto García como Benjamín Faulí, técnico de Asaja Málaga, exigen de administraciones como la Junta que rescaten además los cursos formativos que se ofrecían hasta hace dos años.