Una docena de pandas de verdiales, en la cuna de la variable folclórica típicamente malagueña, muy cerca del Centro del Folclore Malagueño de Benagalbón y miles, miles de visitantes hasta alcanzar casi la cifra de 10.000. Ni el calor de estos últimos días impidió que el gran concurso del verdial, declarado de Singularidad Turística Provincial, brillase con luz propia en la cuna de estos ritmos, a las faldas de los Montes de Málaga que dan nombre a uno de los tres estilos.

Pero no sólo hubo agrupaciones de dicho estilo, aunque sea el típico en esta celebración. Acudieron también invitados grupos de Almogía y Comares, para completar el abanico sonoro caracterizado por ese peculiar «chinchineo», el frenético ritmo del violín y la locura que por momentos alcanzan algunos de los participantes en los choques de pandas. Porque Bengalbón es competición. Más que fiesta popular en la que se acude, se ve y escucha y todos tan contentos. La rivalidad entre las propias pandas no desmerece a la de las jábegas que recorren el litoral malagueño durante los meses de verano.

Aquí en Bengalbón las olas son de público, el que no quiere perderse ni un instante de esa lucha de pandas que tan atrás en el tiempo nos conduce.

La fiesta comenzó con el choque de pandas en la plazoleta de la iglesia, un enfrentamiento entre dos pandas que tocan al unísono y aceleran el ritmo hasta que una de ellas se equivoca o queda por debajo de la ganadora. Se trata de una costumbre que desapareció y que en la actualidad sólo se celebra en Benagalbón. En la presente edición se ha buscado la reducción del número de componentes de las pandas para volver a su formación característica, compuesta por el alcalde, el abanderado, un violín, dos o tres guitarras, dos platilleros y el pandero, a lo que se le suma el baile.

Durante la fiesta, los contendientes se van acercando, hasta casi unirse, hombro con hombro, y ahí empieza lo duro. Las dos agrupaciones, por el sistema de eliminación, deben incrementar el ritmo hasta casi perder el control.

Y ahí, en el fervor popular de un concurso a cara o cruz, cualquier mínimo error le cuesta la supervivencia al equipo. Un mínimo contratiempo rítmico deja a la panda perdedora fuera del a siguiente fase.

Y de estas tradiciones autóctonas sabe también uno de los indiscutibles protagonistas de este XX Tradicional Concurso de Verdiales de Benagalbón, el pintor malagueño Eugenio Chicano, encargado de ilustrar el cartel oficial de esta edición tan especial. El propio artista participó en la fiesta junto al alcalde de Rincón de la Victoria, Francisco Salado, y el presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo.

Un colorista recorrido urbano

La singularidad de esta fiesta parte además de que los choques de pandas se celebran desde las seis de la tarde a lo largo y ancho del casco histórico de Benagalbón. En cualquier esquina, cuando el visitante más desprevenido se encuentra, aparecen dos pandas y empieza el espectáculo. Se combinan las competiciones en dúo, con los bailes, con la fiesta, con el ensayo de los violinistas. Cualquier espacio urbano se convierte en centro de la fiesta, de ahí que las familias al completo trabajen durante semanas para incrementar el colorido que ya lucen las calles de la localidad.