«Que nadie piense que con irse a Alemania va a trabajar ganando el doble o el triple que aquí, como les ocurría a nuestros abuelos o padres. Yo me considero afortunada por haber podido sobrevivir allí y volver con el idioma bastante dominado, pero he visto a muchísimos españoles con sueldos de 400 euros y a otros intentando aprender el alemán y sin trabajo, después de varios meses buscando». La joven torroxeña Elisabeth España acaba de volver de Colonia. Su testimonio saca a relucir la otra cara menos amable del sueño alemán al que aspiran multitud de malagueños.

«Lo primero que no te dicen, al plantearte viajar al país, es que es imprescindible presentar tu currículum vitae, la carta de presentación y copia de todos y cada uno de tus títulos, en cualquier empresa, traducidos al alemán». Elisabeth, que ahora tiene 29 años, se mudó hace algo poco más de año y medio, cuando iba a terminar su «contrato como informadora turística en las oficinas de turismo de Torrox».

«Al ser titulada en Turismo había estudiado tres años de alemán y cinco más en la Escuela de Idiomas. Pero a pesar de haber practicado mucho durante los cuatro años que estuve trabajando como informadora en mi pueblo, sentía la necesidad de emigrar para perfeccionar el idioma. Fui con la seguridad de que si no encontraba empleo allí, me volvería porque no dudaba de poder encontrar algo en la Costa del Sol», relata.

Sin embargo, nada más instalarse en Colonia, la ciudad elegida, se dirigió a la Oficina de Turismo de la ciudad y tomó la lista de hoteles. Empezó por el más lujoso de todos, el famoso Excelsior Hotel Ernst situado junto a la Catedral, uno de los monumentos más visitados de toda Alemania. Y para su sorpresa, nada más entregar su documentación, recibía la invitación a trabajar en periodo de pruebas durante dos días. Así fue cómo logró un primer contrato de un año para trabajar en la recepción y otro, al renovar en 2013 ya de forma indefinida.

Pero en agosto pasado, durante unas vacaciones, casualmente se topó con una oferta de trabajo en una inmobiliaria enclavada en la plaza de la Constitución de Torrox. «Alemania me ha dado mucho. Pero echaba mucho de menos el clima de mi pueblo, el mejor de toda Europa, a mi familia y amistades. Así que decidí volver, recuperar mis costumbres, dejar de levantarme a las seis de la mañana o antes para ir a trabajar».

De su estancia en Colonia jamás olvidará la oportunidad de haber conocido a huéspedes ilustres, de la talla de Joe Cocker, Boris Becker o Dan Brown, pero tampoco la posibilidad de haberse conocido a sí misma, por la independencia que otorga residir a más de 2.000 kilómetros de su localidad natal. «Es una experiencia que recomiendo, pero allí he descubierto también la tristeza de tantos días grises o de ver la nieve a diario. Y económicamente no hay casi diferencias».

«Dominar el idioma es algo fundamental»

«No es suficiente con tener conocimientos de inglés para encontrar un empleo en Alemania, como muchos piensan aquí». Elisabeth España explica que dominar el alemán y disponer de titulación académica es «algo fundamental» para poder abrirse camino en un país al que cada vez llegan más jóvenes de otros países para trabajar.

«Una de las cosas que más te llaman la atención es la cantidad de tópicos que hay sobre los españoles. Que si todos dormimos la siesta o que todo el país dispone de días soleados durante casi todo el año. Es algo que con mucha frecuencia tenía que aclararles. Al igual que el motivo de mi estancia en Colonia. Yo les repetía que no estaba allí para quedarme, sino para poder mejorar el idioma y atenderles en Torrox de la mejor forma posible. Era algo que les encantaba escuchar y que no dejaba de sorprenderles, porque en Alemania no esperes que la gente se esfuerce para hablarte en tu idioma. No es un país turístico como el nuestro», argumenta.

«Sé que he sido una privilegiada, al poder trabajar en un cinco estrellas superior que en este tiempo ha cumplido 150 años. Y encima vivía con una chica alemana a sólo cuatro paradas de metro, a siete minutos de mi trabajo. Allí el transporte público o usar la bicicleta es lo más común. Pero me faltaba calidad de vida, algo que no se puede pagar con dinero. Al irte allí aprendes a valorar lo que es tener el clima de Torrox, el mejor de Europa, todo el año», remata.