La incredulidad inicial de los vecinos de Rincón de la Victoria que se agolparon en las inmediaciones del edificio tomado por la Guardia Civil se convirtió en indignación con el paso de las horas. Los más prudentes y sorprendidos fueron los propios inquilinos del inmueble en el que hasta ayer convivieron con la detenida, ya que durante las primeras horas del registro ni siquiera se imaginaban el por qué de la operación policial. «Al principio no sabía lo que estaba pasando, aunque ahora empiezo a imaginármelo», aseguró un joven de 25 años que desde primera hora de la mañana se asomaba inquieto por su ventana, en el último piso. Tras salir de casa, el chico definió a la arrestada «como una persona normal de una familia normal» que vivía de alquiler en esa casa desde hace un año y medio aproximadamente con su marido y uno de sus hijos. Aunque destacó que el marido tenía mejor trato, este vecino insistió en que nunca observó nada anormal. «De vez en cuando recibían la visita de su hija y su nieta pequeña», concluyó el joven.