No había cumplido los 30. A finales de la década de los sesenta, Francisco Ortega «Ayo» se convertía en uno de los primeros empresarios en apostar por la playa nerjeña de Burriana. Ya había algún que otro pionero en la zona, pero ni siquiera disponían de electricidad por entonces. Ahora, «46 veranos después», al cumplirse 40 años de la llegada del suministro eléctrico, a la playa, este famoso restaurador acaba de recibir el premio que cada año otorga la familia Toboso, encargada de dirigir el complejo Aparturis Toboso y la Terraza Cochran´s.

«Es un honor poder ser profeta en tu pueblo. Que dicen que no es fácil». En efecto, Ayo posee los máximos galardones turísticos del Ayuntamiento o incluso, como ocurrió la pasada década, por parte del Ministerio de Trabajo. Y a pesar de haberse convertido en una auténtica institución empresarial, social y turística, todavía no piensa en retirarse. «Ahora estoy viviendo un momento muy especial, con la reposición de Verano Azul en Televisión Española. Al ser el protagonista de uno de los capítulos y haber triplicado la audiencia esta reposición, estoy firmando cada día más del triple de autógrafos que la vez que más éxito ha tenido una reposición de la serie», señala.

También da un consejo para los dirigentes turísticos: «El secreto de un destino turístico no es que venga más o menos gente, sino que la atención sea la mejor. Las familias, con nuestra forma de atender al turista, somos las que hacemos grandes los destinos». Y lo dice con cerca de medio siglo entre fogones, porque aún hoy por hoy, durante los domingos del mes de agosto, llega a servir más de 1.500 raciones de su extraordinaria paella. «El secreto es mantener los ingredientes en la óptima proporción. Que no salga una con un sabor diferente a otra. Es fundamental la calidad de los mismos. O evitar que tenga demasiado ajo y luego se repita».

Ahí explica que está una de las claves del éxito de sus paelleras gigantes: «Nosotros a la persona que viene con su plato a repetir no le cobramos la segunda ración. La paella está hecha con el mejor aceite de oliva virgen y es sobre todo muy ligera». Termina la frase y ya hay reunida una veintena de «chiquillos que ni habían nacido cuando se repuso por tercera o cuarta vez la serie». Son una tercera generación de telespectadores de «Verano Azul».

Mercero, como añade, supo captar los problemas atemporales de una pandilla al empezar la adolescencia. Augura «Ayo» que dentro de 30 años se podrá volver a reponer y tendrá el mismo éxito, debido a que las cosas que pasaban en los ochenta en el pueblo, en esencia, vuelven a suceder.

Entre sus clientes más ilustres, el empresario no olvida una visita especial de Octavio Paz, antes de lograr el Premio Nobel. Y confía en que sus hijos, Marta y Manuel, o su nieto Lucas continúen el día de mañana con el negocio familiar.