­«Destino: Johannesburgo. 14.000 kilómetros en autogiro: un homenaje a Juan de la Cierva». Así se resume la recopilación de instantáneas y vivencias que hasta el 30 de agosto puede admirarse en el Museo Antonio Segovia Lobillo de Moclinejo y que tiene como protagonistas a tres intrépidos aventureros: Pablo Benthem, Francis Giménez y Nacho Yuste.

Sólo unos días después de que cierre sus puertas la muestra, el 21 de septiembre, se cumplirán justo 120 años del nacimiento de De la Cierva, inventor murciano que al crear el autogiro puso las bases de los actuales helicópteros. Pablo y Francis, residentes en Moclinejo y en el entorno de la carretera de Málaga a Olías, respectivamente, idearon hace ahora tres años una travesía que para muchos era irrealizable: viajar en tres autogiros hasta Sudáfrica sin más apoyo logístico que la asistencia telefónica de Gloria Hernández desde la Axarquía.

Se les unió el gaditano Nacho, un experto en kitesurf que no tardó en entusiasmarse con el proyecto de sus dos amigos. Pablo Benthem remarca que el presupuesto fue mínimo: «Partimos de 30.000 euros, de los que casi 6.000 se fueron en acordar con una empresa de Madrid la gestión de los visados o en serigrafiar y adquirir la ropa que se necesitaba para emprender la travesía a través de toda África».

A través de la empresa que les facilitó los tres autogiros también lograron añadir un depósito adicional de gasolina a cada unidad: 75 litros con los que obtener una autonomía total de casi 700 kilómetros -equivalentes a 150 litros de combustible-. La expedición logró partir de Fuente Ovejuna, en Córdoba, el 25 de abril del año pasado. Y para el 1 de julio consiguió el reto de alcanzar Johannesburgo.

Francis agrega que otro de los extras que pudo patrocinar la propia empresa encargada de comercializar los autogiros fueron las ruedas todoterreno con los que poder tomar tierra ante cualquier percance, fuera de las pistas. Quién iba a decirles que tal detalles sería útil para que el accidente que en los últimos días tuvo Nacho quedase en simple anécdota. «Él tuvo que poner fin ahí a su aventura, pero lo realmente importante es que no sufrió lesión alguna», relatan.

Retenidos durante dos semanas

Una cosa es planificar una aventura sobre el papel a través de 18 países -en 14 estaban obligados a obtener previamente visado- y otra bien distinta es superar sobre el terreno cuantos incidentes pueden aparecer. Más allá del infortunio de Nacho o del miedo que pasaron al tener que incorporar aterrizajes no previstos en un país como Nigeria, repleto de conflictos armados, Pablo, Francis y Nacho llegaron a temer incluso por su futuro nada más cruzar la frontera de Camerún. «Fue un fallo tremendo. Al haber superado Nigeria sin incidentes graves, decidimos hacer un aterrizaje fuera de pista para celebrarlo. Pero lo que no esperábamos es que nada más tomar tierra en una zona no señalizada nos rodearía una multitud de soldados por haber invadido zona militar», recuerdan.

A Pablo todavía le cuesta digerir lo que ocurrió a partir de ahí: se les trató de invasores del espacio aéreo por carecer de papeles y permanecieron retenidos dos semanas, con el consiguiente retraso ante la llegada de la época de monzones -sufrirían luego tormentas desde Camerún hasta Gabón-. «Los militares nos llegaron a exigir 300.000 euros por autogiro. Uno de nosotros llegó a derrumbarse. Aunque por medio de Gloria, nuestra compañera en Málaga, siempre atenta a las llamadas que hacíamos a través del teléfono por satélite, logramos que el embajador mediara y nos permitiera seguir».

Alcanzar Sudáfrica les permitió hacer realidad un sueño. Pero ya tienen otro: atravesar en 2017 América, de Alaska a Perito Moreno.