No hay tregua. Cinco casos en cuatro días, casi una veintena desde que a finales del mes de julio comenzaron a saltar por los aires cajeros automáticos por toda la provincia de Málaga. Ni la reciente desarticulación de una potente banda liderada por dos británicos, a los que la Guardia Civil y la Policía Nacional atribuyen al menos una decena de asaltos con explosivos, ha logrado cohibir a los que todavía andan sueltos.

Estos últimos ataques, todos fracasados, se recrudecen y en puntos muy dispares de la provincia de Málaga para volver a poner en jaque a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Si la madrugada del sábado se produjeron dos tentativas consecutivas en sendas sucursales de Banco Popular y Banco Santander en Estepona, los tres últimos objetivos han sido máquinas de Cajamar Caja Rural, dos durante la madrugada del lunes en Málaga capital y Mijas, y una más este martes en el municipio de Algarrobo, en la Axarquía, que se quedó en «tentativa de tentativa». Aunque desde la Guardia Civil ni confirman ni desmienten ninguno de los dos últimos hechos que han tenido lugar en su demarcación, fuentes cercanas al caso explicaron a este diario que los ladrones fueron detectados justo antes de que comenzaran a manipular el cajero automático de Algarrobo y no les quedó más remedio que darse a la fuga, situación muy similar a la del sábado en Estepona, cuando dos encapuchados huyeron abandonando todo el material con el que estaban a punto de reventar la expendedora. Hace unas semanas, el ataque a la misma entidad de Algarrobo también se quedó en un intento, esta vez con daños, pero ahora habrá que determinar si son los mismos o no.

Investigación

Como ya adelantara este periódico el pasado sábado, los últimos ataques convierten en real lo que hasta hace casi dos semanas únicamente era una hipótesis de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. Desde que comenzaran los asaltos el 30 de julio, los investigadores sospechaban de la presencia en la Costa del Sol de más de una organización dedicada a reventar cajeros automáticos para acceder a las enormes cantidades de dinero que guardan los cajetines.

El diferente nivel de destreza demostrada, la preferencia por el tipo de máquina que usa cada entidad, los diferentes modus operandi utilizados -sobre todo a la hora de usar diferentes sustancias (gas o explosivos)-, la gran frecuencia con la que se repiten los golpes y el gran área que cubren son algunos de los principales argumentos por los que ni siquiera pueden descartar que todavía queden activas más de una organización.