Estuvo 34.000 años en la Cueva del Boquete de Zafarraya, en las cercanías del límite provincial de Granada con la localidad axárquica de Alcaucín, pero el hallazgo fortuito en agosto de 1983 lo condujo hasta el Arqueológico de Madrid. Según relata el alcalde de este municipio, el belga Mario Blancke (C´s), ya es hora de que el municipio posibilite la vuelta a casa del hombre de Neandertal de Alcaucín. Al menos será de manera simbólica, mediante la creación de un centro de interpretación que al fin pueda divulgar la importancia de aquel hombre prehistórico.

No fue un hallazgo cualquiera. El fémur y la mandíbula que se localizaron en la localidad axárquica presentaban «marcas de descarnamiento intencionado», según recogen informes de la Junta de Andalucía, que podrían evidenciar la práctica del canibalismo entre los propios neandertales. El regidor expresa que el Consistorio prepara actualmente un proyecto que, con la ayuda de la Diputación de Málaga, permitirá construir un centro de interpretación donde dar a conocer muchos de los misterios que ocultan estos restos.

En los apenas 22x3,5 centímetros de fémur y 13,5x6,5 centímetros de mandíbula existen una serie de pistas que podrían despejar muchas de las incógnitas que todavía existen sobre la evolución humana. Estos restos corresponderían, según el Ayuntamiento de Alcaucín, a una mujer de no más de la treintena de años de edad. Una de las peculiaridades de la mandíbula es que muestra buena parte de su dentadura casi intacta.

El propio Consistorio argumenta que tras la primera expedición a la Cueva del Boquete de Zafarraya, coordinada por Cecilio Barroso, en la década de los 90 se localizaron nuevos restos, aunque de menor interés para el análisis de los primeros pobladores de la cavidad. Se añade que estos neandertales pudieron llegar hasta el actual término de Alcaucín a través de la apertura geológica que servía de paso natural hacia la actual Costa del Sol, «por lo que podrían tratarse de los primeros turistas europeos que llegaron a Málaga desde territorios mucho más fríos».

La Junta de Andalucía, en sus documentos oficiales, expresa respecto a los huesos encontrados en su día: «Proceden de la Cueva del Boquete de Zafarraya, que era ocupada por pequeños grupos de hombres de neandertal que acudían en primavera y verano a cazar y recolectar vegetales, en lo que entonces era una zona de bosques. El fémur y otros huesos recogidos en la cueva tienen marcas de descarnamiento intencionado, así como del paso por el fuego, lo que apunta a la posibilidad del canibalismo».

Y se agrega respecto a esta última hipótesis: «Lo más probable es que fuesen prácticas de canibalismo ritual y no de supervivencia, normales en el neandertal, ya que en el entorno había recursos alimenticios suficientes». Asimismo se indica que este «espécimen humano» empieza ya a preocuparse por la trascendencia, «realiza enterramientos y construye herramientas tallando piedras con técnicas bastante desarrolladas». Dicha industria lítica se conoce como musteriense, en relación a la gruta francesa de Le Moustier, como recogen los propios informes.