La joven hispano-argentina María Jimena Rico ofreció este martes en Torrox numerosos detalles sobre la huida que la pasada semana protagonizó junto a su novia, la egipcia Shaza Ismail. Ambas antepusieron su amor a la desautorización por parte de la familia de la segunda, residente en Dubái (Emiratos Árabes), pero también al cautiverio que sufrieron en plena aventura, cuando intentaban volar desde Estambul hasta tierras londinenses.

Pero en medio de tanta emoción revivida durante la rueda de prensa, brindaron el «final feliz» a tantos días de lucha por estar unidas: «Después de todo lo vivido, queremos casarnos en dos o tres semanas», expresaron al tiempo que se fundían en un abrazo y se besaban en la céntrica plaza de la Constitución, justo a las puertas del Ayuntamiento. Atrás quedaban jornadas interminables.

María Jimena, de 28 años y residente en Torrox durante más de una década, hasta que hace cuatro años emigró a Londres, recordó pasajes más propios de una película: «Fueron dos semanas de no parar. Cada segundo era una emoción distinta y un miedo nuevo. Ahora mismo no podemos decir que estemos plenamente tranquilas. Aunque quiero darle las gracias a las autoridades españolas, que le dieron a Shaza un permiso especial nada más aterrizar en Barcelona, estamos en contacto con nuestros abogados para poder resolver sus condiciones legales», expresó.

La pareja relató que voló desde Londres a Dubái engañada por el padre de Shaza. La familia pretendía hacerles creer que la madre se encontraba enferma. Fue la excusa perfecta para hacerles ver, ya en persona, que nunca acatarían la relación. Además, intentaron así retener a su hija en casa. Justo entonces comenzó esta huida por amor que finalmente terminará en compromiso matrimonial.

Escaparon hasta Georgia y en el aeropuerto, de regreso a Londres, irrumpió el padre de Shaza: «Fingió un infarto, nos rompió la documentación e incluso me amenazó de muerte». El relato de Jimena se detiene en más detalles: «Ahí intervino la policía, renunciando en nuestro caso a que encarcelaran al padre de Shaza. Nos llevaron justo después a la frontera de Turquía, y en este país entramos de forma legal, porque yo tenía mi documentación personal y el pasaporte que le rompieron a ella era uno antiguo, por lo que no había problema alguno para cruzar la frontera».

El verdadero motivo por el que el lunes de la pasada semana se les pierde la pista en Estambul es porque las autoridades turcas las detienen «por terrorismo». Sufrieron de esa forma una «doble discriminación», por la relación homosexual y por las teorías sobre los motivos por los que entraban en el país. Pasaron tres días retenidas, los dos primeros sin recibir alimentos. Y sólo en un traslado lograron telefonear a la familia para tranquilizarla, tal y como ya se divulgó la pasada semana.

La odisea no terminó ahí. «En prisión llegaron a separarnos. Fue el peor momento de mi vida», manifestó Jimena. Insistió asimismo en que, de no ser «por la presión de los medios, no estaríamos aquí en este momento». También quiso agradecer la mediación de las autoridades españolas y del cuerpo diplomático. «En un primer momento nos dijeron en la cárcel que teníamos que firmar un papel. Estaba en turco y no lo entendía. Si llego a firmarlo, ahí manifestaba que rechazaba a la embajada».

Para esta joven, todo el relato y las peripecias vividas podrían tener un buen fin, el de que empiecen a cambiar las cosas en determinados países. Se refirió a la corrupción y el estado de determinadas cárceles y centros para extranjeros, así como la represión que viven las personas homosexuales en otras naciones. «Ahora quiero que Shaza empiece a aprender español. Y también espero que pueda empezar a disfrutar de la libertad que tenemos aquí. Para ella es todo nuevo. Es un shock que la gente sea tan abierta, que podamos ir de la mano por la calle».

Jimena recordó que durante estos días su historia ha llegado a los países islámicos, de forma que al mismo tiempo «lo vivido puede servir de empujón para intentar movilizar a muchísimas personas». En este sentido, en presencia de su madre, Teresa Montero, y de otros familiares y amigas, el alcalde de Torrox, Óscar Medina (PP), destacó ayer la valentía que tanto María Jimena como su novia han demostrado en estas semanas.

Teresa reconoció que llegó a temer por la vida de su hija: «Ahora entiendo lo que se siente. Es horrible. No se lo deseo a nadie», expresó. Ella también quiso agradecer el apoyo de los medios de comunicación, el de las autoridades españolas y el de responsables públicos de Málaga y el propio Consistorio torroxeño, el que ayer acogió este recibimiento.