La Junta de Andalucía extremará la vigilancia en los próximos meses de los sistemas de almacenamiento de agua que abastecen a las comarcas del Guadalhorce y la Axarquía, donde la situación, si bien todavía no demanda la adopción de medidas de urgencia, empieza a ser francamente preocupante. Sobre todo, tras un nuevo curso hidrológico con un balance de lluvias por debajo de la media, lo que ha hecho que los recursos, aún estando garantizados para el consumo, empequeñezcan hasta alcanzar su peor versión de los últimos nueve años.

El consejero de Medio Ambiente, José Fiscal, lo dijo con claridad en la memoria del ejercicio, que en términos hídricos finaliza el 30 de septiembre; ambas comarcas, cuyas reservas apenas suman 132 hectómetros cúbicos, están en el punto de mira. Y en caso de no aumentar su dotación -lo que depende en exclusiva de las precipitaciones- no se descarta que se pongan en marcha nuevas iniciativas de control. En general, relacionadas con el ahorro, lo que podría afectar también a la planificación de los riegos y de la agricultura, especialmente presente en la zona y en su economía.

De momento, el reducido volumen de agua embalsada ha llevado a reorientar la política de distribución de los recursos. En lo que respecta a la provincia de Málaga, la noticia más importante está en la suspensión de los envíos periódicos que llegaban desde la comarca gaditana del Campo de Gibraltar. Una medida impulsada a raíz de la caída de las reservas generales de Cádiz, que hace que no existan excedentes con los que engrosar los pantanos de la Costa del Sol. Asimismo, se ha dado un nuevo paso para una obra reivindicada desde hace ya demasiado tiempo: el recrecimiento del pantano de La Concepción, que cuenta con un anteproyecto redactado por la Junta de Andalucía. La obra dependerá ahora del visto bueno del Ministerio de Medio Ambiente. Se trata de una construcción declarada, por su presumible aportación, de Interés General del Estado.

Con la ampliación del Guadalhorce se pretende además avanzar en otra de las medidas pendientes para mejorar el equilibrio de recursos de la provincia: el establecimiento de conducciones que permitan trasladar agua desde la zona menos apremiada -el litoral occidental- a la comarca de la Axarquía.

Según los últimos datos actualizados en la web de la Junta, los pantanos de Málaga están ya al 35,6 por ciento de su capacidad. La cantidad de agua embalsada no llega a los 220 hectómetros cúbicos. Unos números que, por ahora, y pese a su innegable raquitismo, desaconsejan la activación de medidas extremas como las que figuraban en el decreto de sequía aprobado en 2005. De los siete embalses de la provincia, son los de Guadalteba y La Viñuela los que se encuentran en una situación más crítica, con las reservas a poco más del 25 por ciento.

La caída de los recursos almacenados ha hecho que la Junta permanezca en guardia y se plantee estrategias diferentes de gestión. Entre los proyectos que están sobre la mesa destaca la mejora del bombeo de las aguas superficiales, la búsqueda de nuevos pozos o el uso intensivo de las desaladoras.

La última vez que Málaga inició el curso hidrológico con las reservas por debajo del 36 por ciento fue en 2008, cuando todavía estaba activo el decreto de medidas de urgencia contra la sequía. La cantidad es prácticamente el doble de la que se llegó a contabilizar en aquellos años, si bien los términos de comparación transmiten una tranquilidad engañosa, ya que en esa etapa los pantanos se mantenían a un nivel de mínimos históricos. Los problemas, en cualquier caso, no han surgido por casualidad. Y se repiten prácticamente sin distinción en toda Andalucía. Son las consecuencias de sumar más de tres años consecutivos con menos precipitaciones de lo normal. Después de casi una década de tranquilidad, vuelven las urgencias del agua. Los próximos meses serán decisivos a la hora de evaluar la gravedad. No obstante, una cosa parece clara: los cambios en la gestión, que, a partir de ahora, entran en otra fase, más próxima, aunque sin decreto, al ahorro y el control.