La capacidad del ser humano para reinventarse no tiene limites, la entrega y el ahínco para demostrar hasta donde podemos llegar es sorprendente. Y lo más apasionante no es la meta, sino el camino que se realiza para llegar a conseguirlo. En el mundo carnavalero este camino se recorre con los años, con caídas y tropiezos. No llega a ser un camino de espinas pero tampoco de rosas. En treinta años tiene que haber de todo, bueno y malo. Pero lo realmente apasionante es la constancia, la perseverancia de no decaer y de seguir adelante. De continuar regalando tu talento y tus coplas a una fiesta que poco recompensa, o sí porque sino es difícil de entender que no se abandone.

El camino de El Perchel recorre uno de los barrios con más solera en Málaga, en el argot carnavalero este barrio lleva unido dos apellidos: Gutiérrez y Comparsa. Así en mayúsculas.

Una saga de hermanos que nos han regalado agrupaciones durante más de tres décadas. Sin olvidar de donde vienen se reconstruyen así mismos conformando un grupo que es un autentico regalo para su Perchel y para toda Málaga. Jesús ,a la guitarra en la fila de atrás con su media sonrisa, ha creado una comparsa llena de vida, de su vida carnavalera que nos engrandece a todos. Una jaula con una puerta abierta en la que nos presta su corazón para que a latidos del 3x4 disfrutemos cada minuto de una canción de carnaval maravillosa. Soniquetes con olor a biznaga, con colores morados y verdes llenos de esperanza. Con una poesía en sus letras que te alimenta el alma, donde si nombrarla ni encumbrarla te lleva a la Málaga más profunda. No hagas daño y vive la vida te dicen? Y ahí te rindes, y te das cuenta de que el repertorio te ha conquistado. No hay mejor primer premio que ese. La sencillez y la maestría de un cante que me llevó de vuelta a recorrer el camino hacia el Perchel y ser una autentica vivelavida. Gracias Jesús.