Los autores del estudio, James Fowler y Christopher Dawes y Laura Baker, identificaron un vínculo entre dos genes específicos y la participación política.

Concluyeron que los individuos con una variante del gen MAOA tenían muchas más probabilidades de haber votado en las elecciones presidenciales del 2000 que el resto de los ciudadanos.

También detectaron una conexión entre una variante del gen 5HTT y la concurrencia a las urnas.

La influencias de los genes, según los científicos, se extienden a una amplia gama de actos de participación política incluidas las donaciones a campañas, los contactos con funcionarios de gobierno, las candidaturas a cargos políticos y la participación en manifestaciones.

La investigación inicial se sustentó en los registros de votantes en Los Ángeles cotejados con un registro de mellizos y gemelos.

Estas comparaciones muestran claramente que los gemelos, que comparten el 100 por ciento de sus genes, son significativamente más similares en su conducta como votantes que los mellizos que comparten, en promedio, sólo el 50 por ciento de los genes.

Los resultados indican que el 53 por ciento de la variación en la participación se debe a diferencias en los genes, y asimismo sugieren que, al contrario de lo que se ha creído durante décadas, la educación familiar puede tener poco efecto en la futura conducta política de los niños.

Para contrastar estos resultados los investigadores fueron más allá de los datos de votantes de California y examinaron los patrones en el ámbito nacional, usando un estudio de sanidad de adolescentes efectuado entre 1995 y 2002.

Este registro se ha utilizado en una amplia variedad de estudios genéticos, pero ésta es la primera vez que se usaron para mostrar que la conducta de política es hereditaria.