Los responsables del proyecto explican que las raíces de las plantas crecen en la dirección en la que sale el agua, penetran por los orificios de los goteros y los obstruyen, de forma que quedan inutilizados, por lo que este procedimiento de riego subterráneo era inviable hasta el momento.

Para solucionarlo, este mecanismo consiste en la presencia de un inhibidor del crecimiento de la raíz en las salidas del agua de la tubería subterránea que evita la obstrucción de la cañería, según informó a Europa Press su investigador principal, Pedro Antonio García.

Así, se añadió a la tubería estos aditivos inhibidores, que se encuentran alojados en su interior y se liberan en el agua en concentraciones "muy pequeñas", de forma que el producto permanece en las paredes del gotero "durante diez años o más, dependiendo de la carga del producto", indicó García.

El inhibidor "se descompone en cuanto llega a la tierra, por lo que no crea una gran aureola a su alrededor", y en las proximidades por las que sale el agua "hay una pequeña concentración --de partes por millón-- que evita el crecimiento sólo en la proximidad inmediata de milímetros", matizó.

"De esta forma, el riego subterráneo evita la evaporación del agua, y la raíz coge directamente el líquido, de forma que el ahorro de agua puede llegar a ser del 30 por ciento, aunque depende del cultivo y de la estación del año, variables en función de las que varía el porcentaje", especificó.