Según los científicos de la Universidad de Michigan, esa atmósfera contiene silicatos, sodio, azufre y hasta iones de agua.

Los iones son átomos o moléculas que han perdido sus electrones y que, por lo tanto, tienen carga eléctrica.

Por otra parte, la magnetosfera está llena de especies iónicas, tanto atómicas como moleculares y es más compleja que la de Io, una luna volcánicamente activa de Júpiter.

Esa medición fue hecha por el Espectrómetro de Plasma Para Imagen Rápida (FIPS) de la sonda Messenger que realizó la primera de tres aproximaciones previstas a Mercurio en enero de este año.

"Ahora sabemos más de Mercurio, mucho más de lo que hubiésemos podido imaginar", indicó Thomas Zurbuchen, quien dirige las operaciones de FIPS en la sonda.

El planeta más cercano al Sol recibió la visita de la sonda Mariner 10 en 1975 y desde sus primeras observaciones los científicos habían especulado sobre la influencia del campo magnético y los vientos solares sobre la superficie y la tenue atmósfera del planeta (exosfera).

Según el análisis preliminar de los datos aportados por Messenger, los científicos indican que es posible que las moléculas detectadas en el ambiente espacial de Mercurio hayan sido desalojadas de la superficie y la exosfera marcianas por los vientos solares que son un torrente de partículas cargadas.

Ese viento procedente del Sol azota a Mercurio y lanza las partículas de la superficie y la atmósfera al espacio, donde fueron medidas por FIPS.

"Es como si hubiésemos hecho un análisis forense de Mercurio.

Esta aproximación realizó la primera mirada a la composición de la superficie del planeta", indicó.