Como una explosión salvaje de fuegos artificiales, una violenta erupción del Anak Krakatoa rompe el negro absoluto que tiñe la medianoche en el estrecho de Sonda, el brazo de mar que separa las islas de Sumatra y Java, cuna de uno de los volcanes más activos y mortíferos de la historia.

Desde las islas adyacentes, un puñado de pescadores y turistas contemplan extasiados como la lluvia de piedras incandescentes, acompañada de un potente destello y de un rugido similar al de un trueno prolongado que no llega a romper, se precipita ladera abajo hasta que desaparece en llamas su rastro.

Ésta es una de las decenas de espectaculares erupciones que ha experimentado en los últimos días el Anak Krakatoa y que ha provocado que el Centro Vulcanológico de Indonesia (VSI) declarase el máximo nivel de alerta para este mítico monte.

Desde las poblaciones más cercanas, como Carita o Labuan, situadas en el oeste de Java y a más de 50 kilómetros del volcán, es frecuente ver columnas de ceniza que se elevan en el horizonte hasta casi 3.000 metros de altura, según el último informe del programa sismológico del Smithsonian Institute, un centro de referencia internacional en la materia.

El VSI ha recomendado que nadie intente acercarse a esta isla-montaña, que se yergue 300 metros sobre el nivel del mar y más de 800 sobre el fondo marino, ante el creciente riesgo de ser alcanzado por una roca incandescente o de respirar gases tóxicos.

Sin embargo, botes de pescadores y embarcaciones de recreo siguen navegando por los alrededores y algunas excursiones para turistas hacen noche en alguna isla cercana.

Este volcán, al que los lugareños tachan de "impredecible", volvió a la actividad el pasado mes de febrero, tras varios años de tensa calma, y desde entonces entra en erupción de forma intermitente.

No obstante, la reciente actividad del Anak Krakatoa, "hijo del Krakatoa" en indonesio, resulta irrelevante en comparación con la explosión del Ibu Krakatoa, "Madre Krakatoa", el volcán que se levantaba en ese mismo punto del estrecho de Sonda y que fue protagonista de una de las más violentas y trágicas erupciones de la historia.

Según varios registros históricos, en agosto de 1883 y después de varios meses de fuerte actividad, el Ibu Krakatoa reventó en una explosión descomunal que liberó una energía equivalente a 200.000 toneladas de dinamita, 10.000 veces más potente que las bombas nucleares que asolaron Hiroshima y Nagasaki.

Se estima que esta erupción lanzó por los aires 20 kilómetros cúbicos de rocas y que la columna de ceniza alcanzó los ochenta kilómetros de altura.

Acto seguido, el volcán -de unos 2.000 metros de altura y casi 20 kilómetros de diámetro en su base- colapsó sobre su interior hueco, generando un tsunami de entre 30 y 40 metros de altura que arrasó las costas de Sumatra y Java, dejando, oficialmente, más de 36.000 muertos y centenares de pueblos arrasados o dañados.

La explosión, considerada como la mayor de la que se tiene registro histórico, llegó a escucharse a casi 5.000 kilómetros de distancia, en Madagascar o las Islas Rodríguez.

Por su parte, la gigantesca nube de ceniza se dispersó por la atmósfera, provocando atardeceres pintorescos en todo el mundo y que la luna presentase durante varios años una tonalidad azulada.