El informe, presentado hoy en Gijón, se ha elaborado durante cuatro meses en los que un velero científico ha recorrido 1.130 millas náuticas para registrar 365 horas de grabaciones sonoras.

De sus conclusiones se desprende que Gijón goza de un nivel de contaminación "medio-bajo", con la tasa de ruidos más baja dentro de los grandes puertos del Cantábrico.

La polución sonora, ha explicado el director del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña, Michel André, afecta al comportamiento y la salud de las especies marinas.

Sus efectos pueden llegar a ocasionar la muerte de los cetáceos, aunque esta consecuencia es extrema y no se conoce ningún caso en España.

Sin embargo, las elevadas emisiones acústicas producen alteraciones en la comunicación, disgregación de grupos, imposibilidad de alimentación, pérdidas de madres y crías y desplazamientos de las especies.

Según ha explicado André, los animales más afectados del litoral Cantábrico son los que expresan sus sonidos en "frecuencias bajas", como ballenas y delfines, que a pesar de usar un amplio espectro de frecuencias, utilizan las más suaves para orientarse.

El experto ha definido la contaminación acústica como "la amenaza más peligrosa para los océanos" puesto que está en aumento, es muy reciente y carece de regulación.

Los mayores focos contaminantes son las embarcaciones y su capacidad para afectar al entorno depende de sus dimensiones; así, los mercantes y los ferrys son los que más agreden las aguas, mientras los veleros son los que menos problemas ocasionan.

El estudio, que supone el primer mapa acústico marino, demuestra que los puertos del Cantábrico tienen una contaminación media, en general superior a los 180 decibelios.

En el caso de Asturias, el lugar con mayor contaminación acústica es Gijón, que ronda los 130 decibelios, seguido de Avilés y de Cudillero.

La influencia de los sonidos en el mar varía en función de la salinidad y la temperatura de sus aguas, a su vez influenciada por la época del año, por lo que los expertos grabaron los sonidos y reprodujeron el entorno para poder adecuarlo a los cambios.

André ha alertado del riesgo que supone para los ecosistemas marinos la puesta en marcha de las autopistas del mar.

El incremento de tráfico marítimo derivará en mayores niveles de polución acústica, ha alertado, si bien ha explicado que el sonido "no se suma" ni se multiplica exponencialmente.

Para realizar el informe, cuyo objetivo es conservación de la "biodiversidad marina, la investigación y la educación ambiental, los expertos realizaron mediciones en 115 estaciones acústicas, veinte de ellas ubicadas en Asturias, que se tradujeron en 85 horas de grabación en aguas del Principado.