"No pretendemos establecer un nuevo récord. Queremos llamar la atención de las autoridades y exponerles lo que deben hacer para proteger el lago", señaló Artur Chilingárov, diputado, aventurero y jefe de la expedición científica.

Los científicos descenderán al lecho del lago a bordo de los batiscafos Mir-1 y Mir-2, los mismos que el pasado año clavaron la bandera tricolor rusa en el fondo del océano glacial ártico, justo debajo del Polo Norte geográfico.

Los batiscafos, que llegarán hoy a las orillas del Baikal, se sumergirán en las frías aguas del lago el próximo 29 de julio y realizarán una treintena de inmersiones en lo que queda de año.

"Se tomarán muestras de agua a diferentes profundidades. El Baikal alberga animales y microorganismos que debemos estudiar", señaló Robert Nigmatulin, director del Instituto de Oceanografía de la Academia de Ciencias de Rusia.

Nigmatulin desveló la creencia de que el lago acoge hidratos gaseosos como el metano, que en caso de calentamiento global podrían ser liberados, lo que elevaría peligrosamente la temperatura de nuestro planeta.

"El agua del Baikal es como el hielo, contiene cientos de gases.

Por ello, es necesario controlarlos, ya que pueden ser origen de serias amenazas para la naturaleza", dijo.

Con todo, añadió, "esto son sólo palabras. Primero, lo estudiaremos y después explicaremos concretamente el peligro que supone".

La expedición, que se prolongará durante el 2009, servirá para determinar con exactitud la profundidad del lago, detectar posibles fuentes subterráneas de procesos termales, tomar datos tectónicos y examinar restos arqueológicos.

Además, los científicos también aprovecharán para despejar otra incógnita: las reservas y los recursos energéticos del lago.

La expedición y sus resultados serán plasmados en una película documental, cuyo objetivo es concienciar a todo el mundo sobre la necesidad de cuidar la naturaleza.

Al respecto, Chilingárov apuntó que la expedición tendrá muy en cuenta el hecho de que el Baikal sea patrimonio natural de la UNESCO.

"Desde el punto de vista técnico y tecnológico es una expedición muy compleja (...), pero contamos con una gran barcaza de asistencia y una grúa especial que puede izar hasta 19 toneladas de peso", apuntó.

La barcaza de 64 metros de largo por 12,5 de ancho trasladará a los sumergibles al norte del lago, donde tendrán lugar las inmersiones.

En todo caso, Nigmatulin recalcó que, aunque la inmersión tenga lugar en agua dulce, no habrá ningún riesgo para los expedicionarios.

"Durante la expedición habrá permanente seguimiento con vídeo.

Los batiscafos están pensados para sumergirse hasta a 6,5 kilómetros de profundidad y en el Baikal la profundidad es de unos 1.600 metros", apuntó.

Los sumergibles Mir, que marcarán así un nuevo récord mundial en inmersión en agua dulce, descendieron en agosto pasado unos 4.000 metros cuando se posaron en el lecho del océano glacial ártico y en todo momento mantuvieron contacto con la superficie.

Nunca antes, científicos rusos o de otros países habían descendido más de 300 metros en aguas del Baikal, que tiene más de 25 millones de años.

La expedición ha sido organizada por la organización ecológica Fondo de Asistencia para la Protección de Lago Baikal y financiada sin ayuda del Estado ruso, por organizaciones no gubernamentales y empresas privadas.

Además de los rusos, científicos y expedicionarios estadounidenses, británicos, japoneses y del Fondo del Príncipe de Mónaco también tomarán parte en varias fases del proyecto.

Con una superficie de 31.500 kilómetros cuadrados, 636 kilómetros de largo y 23.400 kilómetros cúbicos de agua, el Baikal supera con creces el volumen conjunto de agua de los cinco Grandes Lagos de Estados Unidos y Canadá.

Los cuatro grandes ríos de Siberia (Obi, Yenisei, Lena e Irtish) tendrían que bombear agua durante 20 años para poder llenar el Baikal.

El lago alberga cerca de 2.000 especies de animales que, en algunos casos, no existen en ninguna otra parte del mundo, como la "golomianka", pez vivíparo que habita a 1.000 metros de profundidad, o el diminuto "epishura", un cangrejo de apenas uno o dos milímetros de longitud.