La sensación de pasear entre cientos de mariposas es, sin duda, una de las mayores fantasías de muchos, especialmente de los más pequeños. Poderlas ver a unos pocos milímetros de distancia, dejar que se posen en las manos y ver como actúan en su hábitat natural puede parecer salido de un cuento de hadas, pero desde marzo ya es posible hacerlo en la provincia. El Mariposario de Benalmádena cuenta con 2.000 metros cuadrados y más de 1.500 mariposas, siendo así es el espacio más grande dedicado a estos animales en Europa.

En el Mariposario, situado frente a la famosa Estupa, entre 1.500 y 2.000 mariposas procedentes de las áreas tropicales de todo el mundo vuelan en un jardín tropical acristalado, cuyas condiciones son las mismas que en sus hábitats de origen: un 80 por ciento de humedad relativa y entre 24 y 29 grados de temperatura. Como su vida media es de tan solo dos o tres semanas, en el jardín siempre se pueden encontrar especies nuevas a lo largo del año, superando las 150 diferentes.

Las mariposas son trasportadas en forma de pupa o crisálida, ya que en esta es la fase de su ciclo biológico es mas fácil, y vienen de lugares tan lejanos como Filipinas, Malasia, Costa Rica, Belice o Kenia, donde son criadas en cautividad y no capturadas del medio natural. Una vez en el laboratorio y tras ser inspeccionadas se colocan en las jaulas de eclosión donde, en condiciones ambientales controladas, nacen a la vista de nuestros visitantes. Una vez en el jardín son alimentadas con néctar artificial que se prepara diariamente en el laboratorio.

Zooinmersión

Las mariposas están volando alrededor de los visitantes y es posible observar directamente su comportamiento. Esto es lo que se denomina zooinmersión, que significa que el visitante se sumerge en el hábitat de los animales, minimizando y camuflando las barreras visuales entre el público y los animales. Además, aunque en el mismo espacio conviven especies de todo el mundo no existe conflicto ni competitividad entre ellas.

Tal y como indican el dueño del Mariposario, José Antonio Plaza, y la veterinaria, Asunción Gómez, «se ha puesto un especial interés en la naturalización del jardín para que el visitante se sienta inmerso en el hábitat de estas especies». «El jardín se ha concebido como un espacio diáfano para proporcionar una visual limpia lo mas natural posible, y su mantenimiento es difícil ya que al no poder utilizar ningún producto fitosanitario el control de las plagas ha de realizarse de forma manual o mediante lucha biológica». Gracias a que muchas especies se reproducen en el propio parque, es posible observar otras fases de su ciclo biológico como huevos y orugas o comportamientos, tales como los delicados bailes nupciales y los apareamientos. Todos los días hay nuevos nacimientos y se puede ver en vivo como salen de la crisálida, despliegan sus alas y realizan su primer vuelo tras la metamorfosis.

Además, estas mariposas son criadas en sus países de origen por habitantes locales, la mayoría de las veces campesinos con pocos recursos económicos. Las plantas necesarias para criarlas son especies autóctonas sin otro valor comercial, por lo que mediante su cultivo se contribuye a la conservación y a la reforestación de estos hábitats. Esta actividad, además de proporcionar a estas poblaciones una fuente de ingresos que mejora significativamente su calidad de vida, supone una valiosa contribución a su educación ambiental, ya que les enseña a conocer, identificar y conservar las especies tanto de plantas como de mariposas propias de su entorno. Obteniendo un incentivo a cambio de preservar y cuidar el hábitat de las mariposas, muchas otras especies de animales y plantas se benefician también de manera indirecta de esta protección.

No solo mariposas

Pero en el mariposario no sólo se puede disfrutar de la gran variedad de especies de mariposas, sino que además hay plantas traídas directamente de sus países de origen, como Bali, Costa Rica o Tailandia. Se trata de plantas ornamentales, especies tropicales seleccionadas por su singularidad y belleza; plantas de flor ricas en néctar, que alimentan a las mariposas; y plantas hospedantes, específicas para su reproducción y para alimentar a las orugas.

Así, las plantas comparten protagonismo con las mariposas tanto por su belleza como por su importancia, ya que son la base para su vida. De ellas se alimentan y en ellas se reproducen. Cada especie de mariposa necesita una planta específica para poner los huevos, llamada planta hospedante, y la hembra debe encontrarla.