La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a 23 años y diez meses de cárcel a un hombre que trató de asesinar a su exmujer a golpes, amén de intentar quemarla echándole gasolina. Varios viandantes y la suerte permitieron que la víctima conservase la vida. Además, deberá indemnizarla en 123.000 euros y no podrá acercarse a ella durante cuarenta años.

A las ocho del 16 de marzo de 2007, la mujer llegó conduciendo su coche al hotel Sunset Beach de Benalmádena, en el que trabajaba. El procesado, dice el tribunal, F. C. L., expareja de la anterior, vigilaba la entrada del aparcamiento. Iba pertrechado de todos los útiles necesarios para ejecutar el acto planeado. Llevaba guantes negros, un gorro de lana, el coche preparado para huir, un bolso en el que había un cuchillo de 20 centímetros de hoja y 12,5 de empuñadura, una piedra de gran tamaño y dos botellas de gasolina.

Cuando vio al coche de su mujer detenerse delante de la puerta del garaje y bajarse del vehículo, se abalanzó sobre ella, «metiéndola con fuerza en el automóvil». En ese momento, y en el asiento trasero, comenzó a agredirla «brutalmente». Y le dijo: «¿Pensabas que no te iba a encontrar? De la cárcel se sale pero de la tumba no». Siguió dándole puñetazos y patadas, declara probado la Sala, le tiró de los pelos e intentó agredirla con la piedra.

La mujer gritó, tocó el claxon del coche para alertar a terceros. De hecho, uno de los empleados la auxilió, pero el procesado sacó un cuchillo para intimidarle. La víctima trató de escapar del lugar aprovechando el auxilio de un compañero, pero el encausado «le llega a asestar hasta seis puñaladas». Cuando estaba exhausta, malherida y sin posibilidad de defensa, el encausado la roció con gasolina «para prenderle fuego», pero no pudo conseguir su propósito dado que varios de sus compañeros distrajeron al procesado para que ella pudiera huir en el coche de la perjudicada.

Al ser detenido, se lamentó en varias ocasiones de que no pudo lograr su objetivo. En los días anteriores al suceso, le envió varios mensajes amenazantes, incluso acudió al colegio de uno de sus hijos y hostigó a la mujer.

Durante años anteriores a la ruptura del matrimonio, que se produjo en 2009, el encausado «de forma constante» agredió, humilló, amedrentó y restringió la libertad de su pareja. Le propinaba bofetones, zarandeos y empujones, siempre según el tribunal.