La primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, vuelve a aterrizar en la Costa del Sol. Pero, esta vez, en forma de eco. Políticos y periodistas americanos discuten estos días los pormenores de las vacaciones que la esposa de su mandatario disfrutó junto con su hija en España. Les preocupan los costes. Ayer mismo, el grupo, de corte conservador y dedicado a investigar casos de corrupción gubernamental, Judicial Watch le puso cifra: 380.000 euros en apenas cinco días.

La polémica hace mella en plena campaña política. Las elecciones presidenciales estadounidenses están a la vuelta de la esquina, previstas para noviembre. Y, cualquier trapo, más o menos sucio, sale al aire con el objetivo de darle una vuelta a las urnas. Independientemente del interés que despierte el tema. En este caso, mucho. Pero lo que para la otra orilla del Pacífico son gastos, aquí fue una auténtica inversión en visibilidad mundial.

Judicial Watch sostiene que el monto total del viaje, en agosto de 2010, fue de al menos 467.585 dólares, en virtud de los documentos del Servicio Secreto y de la Fuerza Aérea a los que asegura haber tenido acceso.

Para los malagueños, la visita equivalió a unos 800 millones de euros en promoción turística, según el estudio de la empresa Oak Power. En tres días, se generaron 50.000 impactos en prensa internacional. Unas 660 televisiones, 2.500 diarios, 2.100 periódicos digitales, 900 radios, 950 revistas generales y hasta 900 medios del corazón narraron la noticia, calculó esta entidad experta en relaciones públicas. Marbella formó parte del titular de todas las informaciones.

250.000 dólares en seguridad. Las cifras que aporta Judicial Watch son muy distintas. El vuelo de los Obama y sus invitados hasta Málaga y después a Mallorca rondó los 200.000 dólares. La Fuerza Aérea de EEUU no reveló el número de pasajeros que acompañaban a la primera dama en su viaje, aunque en su momento el diario The New York Times había informado de que la acompañó su hija Sasha y cuatro amigas de ésta, además de asesores y miembros del personal de avanzada.

Su alojamiento en el hotel Villa Padierna, en Benahavís, costó 10.300 dólares y otros 900 se dedicaron a comidas y hasta 2.700, en alquileres de vehículos. La Casa Blanca asegura que los Obama costearon su propio descanso. No obstante, las arcas federales dedicaron más de 250.000 dólares en dispositivo de seguridad.

«Realmente se le esperaba a él», aseguró el propietario del Villa Padierna, Ricardo Arranz, en referencia al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. «De ahí el gasto en seguridad, que estaba justificado», añadió.

El alojamiento, de cinco estrellas y gran lujo, mantuvo ocupadas 60 habitaciones durante los tres días que duró la visita malagueña, de la que se beneficiaron Estepona, Benahavís y Marbella, muy especialmente.

Arranz sostiene que las habitaciones no se eligieron por su coste. «Todo el dispositivo atendía a motivos de seguridad», aseguró. Sobre el comportamiento de la señora Obama, destacó su escrupulosidad. En los restaurantes, «pagaban entre todos la cuenta».

Las preferencias de la primera dama tampoco eran descabelladas ni su precio desorbitado. «No dio ningún problema, no pidió nada raro», recordó. Incluso, sus menús eran «de lo más sencillo».

Las Obama pasearon por las calles de Marbella. Hicieron compras en pleno casco antiguo en los pequeños comercios. Cenaron en dos restaurantes de los más conocidos: el Buenaventura Plaza y la Taberna del Alabardero. «Optaron por mariscos y pescados y por vino tinto y moscatel malagueño», indicaron los restauradores. «No era lo más caro de la carta ni mucho menos», dijeron.

Un paseo por Granada y un chapuzón en la playa de Estepona culminaron su tour. Su imagen levantó el revuelo de los medios locales aquel verano. Ahora vuelve a hacerlo, a su pesar, aunque para Marbella suponga una nueva promoción inesperada.

Todas estas cifras de impacto positivo para la Costa del Sol son vistas con otra óptica por el presidente de Judicial Watch, Tom Fitton, quien afirmó que «el pueblo estadounidense difícilmente puede darse el lujo de seguir enviando de vacaciones a la familia presidencial por todo el mundo». «Los contribuyentes también costearon el alojamiento por separado para un perro y su cuidador», dijo el grupo Judicial Watch.

Este grupo obtuvo los documentos a través de sendas solicitudes que, mediante una ley federal, el grupo presentó al Servicio Secreto en agosto de 2010 y, mediante una demanda en marzo pasado, a la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Michelle Obama destacó por ser una turista «sin pretensiones». La esposa del presidente de Estados Unidos, Michelle Obama, dedicó su primer día de estancia en la Costa del Sol a visitar Marbella. Paseó junto con su hija Sasha y sus amigos por el casco antiguo y no gastó más de cien euros en compras, según indicaron a La Opinión de Málaga los comerciantes de las tiendas que visitó.

Compró un vestido y una falda en la tienda Banc du Nil, un comercio que dos años después luce en su escaparate una foto que recuerda aquella visita inesperada.

Asimismo, se paró en un pequeño negocio de la calle Virgen de los Dolores para interesarse por las miniaturas que exponía en su mostrador. «Pero no compró nada», señaló su regente, Juana Rueda.

Ninguna tienda tuvo que cerrar para que accediera a su interior. Los vecinos pudieron verla caminar por la calle, acompañada de un séquito de guardaespaldas. «Es una mujer muy sencilla y en absoluto derrochadora», coincidieron quienes pudieron conocerla.

Pescado, cocina andaluza y lugares discretos para degustar. La primera dama estadounidense cenó en un céntrico restaurante de cocina andaluza de Marbella durante sus tres días de estancia en la Costa del Sol. «Pidieron pescados y mariscos, vino tinto Rivera del Duero y Moscatel malagueño», señaló Ramón, el propietario del Buenaventura Plaza. De postre, optaron por una torrija de almendras y una tartita caliente de chocolate. En este lugar Michelle Obama le dedicó un cumpleaños telefónico a su marido durante la cena. La visita coincidió con su cumpleaños.

Antes de abandonar la costa, las Obama cenaron en La Taberna del Alabardero. Optaron por un menú que rondó los 100 euros. Aquella cena fue la última de su estancia malagueña. Precisamente aquella noche, el hotel donde se hospedaba acogía una gala benéfica que reunía a estrellas del cine de la talla de Eva Longoria y Antonio Banderas. La señora Obama prefirió huir de los fotos y recluirse en este establecimiento.