¿Se imaginan pasar 25 años trabajando en un mismo sitio y, llegado su merecido momento para descansar, quiera seguir trabajando? Puede parecer un loco, sin duda, a vista de muchos, pero José Cabello Luna parece muy seguro y contento de lo que en apenas una semana va a hacer.

A día de hoy, a este agente de la Policía Local de Mijas, el más veterano de los más de cien que conforman el cuerpo de seguridad mijeño, le quedan siete días para dejar de estar oficialmente de servicio. Sin embargo, el amor a su trabajo y a estar a disposición del ciudadano le han llevado a decidir que quiere seguir levantándose cada mañana para hacer lo que ha venido haciendo durante casi 40 años: trabajar.

Los últimos 25 años, desde que se inaugurara el nuevo edificio del Ayuntamiento, los ha pasado en el interior del mismo.

«Yo era un policía y patrullaba con mis compañeros. Un día tuve un problema serio en la pierna, y antes que dejar el cuerpo, le dije al intendente que me buscara un servicio menos exigente», relata el agente uno (de antigüedad) de la Policía Local mijeña.

Así, Pepe €como todos le conocen€ ha visto ir y venir constantemente a ciudadanos que se han hecho amigos, compañeros de trabajo, trabajadores municipales y, como no, políticos. Ha conocido a todos los alcaldes democráticos de Mijas y para todos tiene buenas palabras.

«Antonio Maldonado fue el que inauguró e ideó este edificio y su impulso se notó mucho en el pueblo. Agustín Moreno y Antonio Sánchez siempre fueron muy atentos con los trabajadores y Ángel Nozal, primero de otro signo político, está llevando a cabo importantes reestructuraciones en el Consistorio. Y creo que son para bien, necesita modernizarse», espeta.

Cabello cuenta que, cuando desde el equipo de gobierno le comunicaron que ya podía jubilarse, él le pidió expresamente al regidor que siguiera contando con él para seguir haciendo la misma labor. Un deseo que Nozal recogió encantado. Quién mejor que él, que se conoce el Ayuntamiento como nadie.

Seguirá siendo el primero

La labor del agente viene siendo, en primer lugar, la de abrir el Ayuntamiento. Es él el primero que llega al edificio desde que se inauguró y no le importa seguir siéndolo, pese al madrugón.

«No me importa seguir despertándome a las cinco de la mañana. Me gusta mi rutina: levantarme temprano, coger mi moto y subir al pueblo a tomarme un café junto a los primeros vecinos que vienen al primer bar que hay abierto. Luego vengo al Ayuntamiento, lo abro y saludo uno a uno a todos los trabajadores del mismo. Somos como una familia», sonríe, al tiempo que saluda a uno de los muchos vecinos que lo conoce y lo aprecian.

Con ellos ha tenido también muchos momentos inolvidables. Aunque también momentos duros en los que, como agente del orden, ha tenido que actuar. «No hay que olvidar que esto es una administración pública y que, cuando no queda más remedio, tiene que aplicar leyes que a veces no se entienden bien. Lo peor era cuando un vecino perdía los papeles e insultaba a los funcionarios o a los políticos por un asunto personal; una multa; un embargo o cualquier cosa que no gusta. Nunca me han gustado esos follones, pero mi deber era intervenir y así lo he tenido que hacer en algunas ocasiones», dice.

O incluso fuera del edificio consistorial. Una vez fue testigo directo de cómo un coche atropelló a una mujer y, gracias a su rápida actuación e intermediación, la accidentada puso ser trasladada a un centro de salud.

Pero eso de ser héroes a él no le va. «Es nuestro trabajo. Los policías no estamos aquí a pegar tiros, sino a ayudar al ciudadano, a explicarle donde está tal cosa o la otra y a servir de mediadores en los conflictos», concluye con una enorme sonrisa y que, aunque sin uniforme, seguirá siendo el agente más veterano de Mijas.