Una mujer que sufre una discapacidad del 85 por ciento y su madre de 88 años, analfabeta, han pedido la nulidad de las participaciones preferentes que suscribieron sin saber lo que firmaban y por la confianza que les merecía el banco.

El abogado demandante, Juan Manuel Mora, ha explicado a Efe que su cliente A.G.R. invirtió en las preferentes 200.000 euros, la mitad de los 420.708 euros que recibió como indemnización por un grave accidente de tráfico que sufrió en 1996, en el que falleció su pareja.

Esta mujer de 54 años sufre como consecuencia del siniestro hemiplejía, problemas de visión, de movilidad y lenguaje, por lo que tiene reconocida una minusvalía del 85 por ciento.

La segunda firmante fue su madre de 88 años, ama de casa analfabeta. Ambas mantuvieron el dinero en depósitos a plazo fijo en Bankia durante años, hasta que el 25 de mayo de 2009, como en tantas otras ocasiones anteriores, fueron avisadas por el banco para modificar el producto que tenían contratado.

Entonces "le informaron que se estaba comercializando un nuevo producto que también era un depósito pero que rentaba un interés mucho mayor", según la demanda facilitada a Efe.

Afirma el abogado que "la anciana señora ni siquiera fue al banco, le dieron el contrato para que su hija se lo llevara a casa" y ninguna de ellas recuerda haber firmado el test de idoneidad.

El asunto ha correspondido al juzgado número 3 de Fuengirola, como lugar de residencia de las demandantes, a quien solicitan que anule el contrato de depósito o administración de valores y Bankia sea condenada a restituir los 200.000 euros más los intereses legales.

La demandante trabajaba en un hotel de Marbella como recepcionista y telefonista y no tenía formación ni estudios específicos salvo conocimiento de dos idiomas, pero firmó los contratos "porque dicha oferta sólo difería de los contratos anteriores en cuanto al interés y por la confianza que le habían demostrado hasta la fecha los empleados del banco".

Madre e hija recibieron en enero de 2012 la última liquidación en concepto de intereses y cuando comprobaron que dejaban de cobrar y preguntaban a los empleados del banco, les decían que "no se preocupase, que habían surgido pequeños inconvenientes que se solventarían en breve".

En junio de 2012 la mujer volvió a preguntar y los trabajadores del banco "le manifestaron que habían surgido problemas de carácter financiero a nivel nacional que habían impedido el abono de las liquidaciones pero que no tenía nada que temer puesto su depósito estaba a buen recaudo, lo que tranquilizó a la cliente ante la confianza que tenía depositado en los empleados y la entidad que le venían atendiendo durante años", afirma la demanda.