­Entre lágrimas y gritos de agradecimiento a todos los presentes abandonaba su casa Hannan Tibai, la joven de 33 años que fue desahuciada ayer de su piso de Estepona en el que vivía con sus dos hijos de 8 y 6 años.

Desde las 8.30 horas agentes de la Policía Nacional y Local custodiaban el edificio ubicado en la avenida de Las Lomas, próximo al Arroyo Judío y la zona de El Padrón en la ciudad.

Varias plataformas antidesahucio de la Costa del Sol, vecinos y amigos de Hannan se concentraron en el lugar para intentar impedir que se ejecutara la acción.

Alrededor de las 11.30 horas, llegaba al edificio la agente judicial que entró por la parte trasera. Al escuchar los ruidos del cerrajero a golpes con la puerta, los manifestantes entraron a través de un seto a la terraza de la joven.

Un amplio despliegue policial se puso en marcha y tuvieron que actuar los antidisturbios ante la situación de tensión generada, aunque sin ningún incidente de gravedad. Los concentrados que lograron acceder al recinto se quejaron de que los agentes usaron gas pimienta para que se fueran.

El caso ha sido tramitado por el Juzgado número 1 de Estepona, que no ha tenido en cuenta el recurso de segunda oportunidad que presentó la afectada.

Anoche Hannan durmió en una pensión que puso el Ayuntamiento esteponero a su servicio. Su mayor preocupación eran sus niños.

«Voy a intentar contárselo de manera gradual para que no les suponga un trauma. Quiero que se lo tomen como un juego y que vean como algo divertido cambiar de piso», alegó la joven madre.

Los niños no fueron informados de la situación al salir del centro escolar y han dormido en la casa de unos amigos del colegio.

Hannan Tibai es de origen marroquí y lleva 15 años residiendo en España donde se casó y tuvo a sus dos hijos. Cuando estaba en su segundo embarazo, su marido la abandonó y se quedó a cargo de los dos menores.

Desde entonces ha ido subsistiendo poco a poco con trabajos precarios y temporales, además de vender todas sus pertenencias desde el oro hasta los muebles de su casa y el menaje de hogar.

«Me salían trabajos para limpiar de manera muy esporádica y lo he vendido todo en mercadillos para alimentar a mis hijos», apuntó.

Por su parte, Susana Toledo, vecina de la afectada, le ha ayudado ofreciéndole ropa para los pequeños, entre otras cosas. «En el salón sólo tenía una alfombra en el suelo para sentarse y dormía en un colchón sin cama. La situación era extrema», señaló.

Cáritas le ha estado ofreciendo alimento para los menores y ella cada día almorzaba en el comedor social mientras los pequeños lo hacían en el centro escolar.

«El dinero que podía reunir era para pagar la luz y el agua y, a pesar de eso, también ha estado nueve meses sin electricidad», afirmó Emma Molina, amiga de Hannan.

La joven ha estado seis años pensando que su marido, a pesar de haberla abandonado, se hacía cargo del pago de la hipoteca y fue el año pasado, al recibir los papeles del juzgado, cuando se enteró de la situación.

Hannan es cocinera y también limpiadora y ahora su prioridad es conseguir un trabajo. El Consistorio le ofrece una ayuda al alquiler de 1.800 euros pero necesita un contrato de arrendamiento. «El problema es buscar a alguien que quiera alquilarle una vivienda con esta situación», concluye su amiga Emma.