­Las muertes de dos septuagenarios en sendas playas de la zona Este el último sábado de julio saca a relucir un hecho que, lejos de ser casual, se extiende por toda la Costa del Sol y el resto del entorno acuático español. Un hombre de 70 años ahogado el 3 de junio en una piscina de Torre del Mar, una mujer de la misma edad en Fuengirola el 21 de junio y un anciano de 78 rescatado in extremis en Torrox por un empleado de la limpieza son los casos más próximos que respaldan que las mayores tasas de ahogamiento se producen en España entre los 70 y 79 años.

Al menos durante 2012 y 2013, años que sumaron un total de 860 muertos por este motivo a razón de 438 y 422, respectivamente, y de los que 169 (casi el 20%) en ese tramo de edad. Lo dice el estudio sobre los ahogamientos y otros eventos de riesgo vital en el entorno acuático-marino publicado recientemente por Fundación Mapfre, que sigue atribuyendo más riesgos a los bañistas maduros ya que a los septuagenarios les siguen las franjas de edad superiores a los 40 años. Por el contrario, las que menos muertes presentan son, descartando la de 90-99 años, la de 10-19 y la de 0-9, lo que se puede considerar como muy positivo, ya que demostraría una mayor prevención-vigilancia de los colectivos con menor edad.

Sólo en 2013, de los 422 ahogamientos, 245 tenían entre 50 y 99 años. Los expertos coinciden en la importancia de la prevención y la necesidad de formar a la población para evitar que se produzcan o minimizar sus consecuencias. «Entrar en el agua sin atender las indicaciones del socorrista, no saber nadar o hacerlo sin la suficiente preparación y desconocer el medio son algunas de las causas más frecuentes a la hora de sufrir un ahogamiento», añade una parte del informe que recuerda al suceso que de la pasada primavera acabó con la vida de tres jóvenes turcos en Marbella. El análisis, en todo caso, añade que esta situación la sufren en España especialmente mayores de 60 años y afina: «Un 58% en 2012 y un 59% en 2013 de los casos sucedieron en personas mayores de 50, aunque entre las mayores de 70 los casos también fueron numerosos, el 30% en 2012 y el 28% en 2013». Este dato llama la atención porque los expertos argumentan que los abuelos no destacan «por su osadía o afán de aventura», aunque sí es cierto que suelen tener menor capacidad y preparación ante cualquier adversidad y las consecuencias son mucho peores.

El estudio subraya que la elevada edad podría también suponer un aumento en el riesgo de que los bañistas puedan presentar patologías cardiacas previas. Aquí, Fundación Mapfre recalca la importancia de disponer de desfibriladores en los servicios de socorrismo además de insistir en medidas educativas y preventivas dirigidas específicamente a estos grupos de edad, «así como advertir a todos los socorristas de extremar la vigilancia en casos de personas mayores».