Ha sido un largo periodo en el desierto. En muchos casos, al rebufo de la indeterminación jurídica y del eco de los escándalos urbanísticos. Sin embargo, el punto muerto ya ha pasado. La Costa del Sol, sobre todo, en sus municipios más vinculados al lujo, vuelve a recobrar el tono. Aunque a un ritmo que los empresarios consideran todavía por debajo de la realidad de la demanda.

Ricardo Arranz, presidente de la Federación Andaluza de Urbanizadores y Turismo Residencial, asevera que existe aún un desajuste, una especie de contrapeso legislativo que impide que el crecimiento adquiera la velocidad que se podría presumir del interés que despiertan puntos como Marbella en el mercado. El óbice, asegura, está en la sobrerregulación y la maraña de leyes urbanísticas que confunden a los compradores. «Se legisló en un momento y ahora es otro. Y debe haber una adaptación forzosa que haga que la inversión no se desvíe hacia destinos más claros», señala.

El aumento de la demanda es, en cualquier caso, un hecho contrastado. Ricardo Bocanegra, presidente de la Federación Andaluza de Urbanizadores y Turismo Residencial, habla de una nueva escalada de mercados como el británico -líder en todos los frentes- el belga o el escandinavo. Sin olvidar, claro está , a los rusos, que han visto en los últimos meses en la Costa del Sol una oportunidad de sortear la incertidumbre de su país y garantizar sus ahorros. Sobre todo, con el permiso de residencia por compra de lujo.