­Hace pocos meses, concretamente en mayo, se estaban llevando a cabo las obras de remodelación integral de la calle Agua de Mijas. Durante las obras encontraron un enclave histórico del pueblo que muchos daban por destruido. Se trataba de los restos de la Fuente de los Siete Caños original, considerado uno de los vestigios más importantes de la cultura del agua arraigada en el municipio.

A raíz de esto, el Consistorio demandó un estudio y la protección de los restos como primer paso del proyecto de puesta en valor de la zona. Fueron algunas las voces que se oponían a la restauración de la zona, así que el Ayuntamiento propuso una consulta vecinal entre los vecinos para decidir qué hacer con la fuente.

Ayer martes hicieron público desde el Ayuntamiento mijeño los resultados de la votación emitida por sus vecinos. Los sufragios fueron emitidos en una urna simbólica que estuvo situada al lado de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, en la plaza de los Siete Caños.

En la votación, los mijeños han decidido descubrir la Fuente de los Siete Caños por 484 votos a favor. Así lo comunicó el concejal de Obras e infraestructuras, José Carlos Martín Torres, y Santiago Martín Villamor, concejal de turismo. La urna también recogió 12 votos que pretendían mantener la fuente cerrada y otros 19 que abogaban por conservar la fuente tal y como se encuentra y como fue hallada, cubriéndola con una superficie translúcida para preservarla. De este modo, fueron 516 los votos emitidos por los vecinos de la localidad costasoleña.

Sobre el proyecto de reforma, Martín Torres incidió en la importancia que tendrá para el turismo de la ciudad. «Supone un aliciente turístico, ya que ésta es considerada una de las fuentes más antiguas de la provincia y de Andalucía», reivindicó.

También indicó que las obras de remodelación están previstas «para comienzos de año» y que contará «con todos los medios necesarios, tanto técnicos como económicos, dentro de los próximos presupuestos municipales, a lo que hay que sumar el apoyo de la Junta».

«Se trata de una fuente de alrededor del año 1720, cuando los vecinos del barrio se reunieron con representantes de la Iglesia, propietaria de la ermita donde se encuentra situada, para poder aprovechar el agua que hay unos metros más arriba. De esta manera, se construyó una galería subterránea para sacar el agua de esta cueva y canalizarla tanto hacia la fuente como a los molinos del barrio, las huertas y también a todo el centro del pueblo como calle Santana o calle Coín. Era toda una infraestructura hidráulica, que se utilizó hasta las segunda década del siglo XX y que ahora queremos recuperar», aclaraba Juan de la Rubia, el por entonces responsable del Departamento de Patrimonio Histórico de la ciudad.