La historia de Alejandro Duarte es de esas que conmueven desde la primera línea. El relato emocionado de sus padres, Paco y Mónica, nos remonta a 2010. A sus 17 años de edad, Alejandro sufre un gravísimo accidente de moto que le genera dos paradas cardiorrespiratorias, una profunda hemorragia interna y diversas lesiones cerebrales. Tras cuatro meses y medio en coma, los facultativos resuelven que al joven de Benalmádena le espera toda una vida en «estado vegetativo».

«Pero a nosotros ese diagnóstico no nos servía. No estábamos dispuestos a tirar la toalla. Es lo que les decimos a muchas familias que vienen a nosotros para informarse», explica la madre, Mónica Rodríguez. Ella no lo dudó un instante, a pesar de que iban a necesitar costosos tratamientos, optó por abandonar su empleo para dedicarse por entero a Alejandro. Desde entonces han perdido la cuenta de las horas de rehabilitación. El joven no ha dejado de recibir tratamientos de fisioterapia, logopedia, neuropsicología, equinoterapia y otras terapias acuáticas. Su evolución se puede catalogar casi de milagrosa.

Tener que volver a aprender la mecánica para comer o andar, adquirir con enorme paciencia la facultad de volver a razonar o hablar, fueron algunos de los primeros obstáculos que tuvo que superar Alejandro. En estos cinco años las anécdotas son interminables, como relatan los padres o su propio hermano Francisco. Y sin embargo, aunque con el apoyo de todo su entorno familiar y de cientos de amigos que el joven atesora en su localidad, superada hasta la antepenúltima batalla por mejorar su calidad de vida, aún resta un «penúltimo reto»: recobrar la visión. Un camino para el que ya está en marcha una campaña por la que se pretenden recaudar un total de 60.000 euros.

Tratamiento con células madre

Mónica explica a qué irá destinada dicha cantidad: «Necesitamos todo ese dinero para poder costear las dos fases de un tratamiento con células madre, único en el mundo, que aplican en un centro médico que se encuentra en China». El programa de tratamiento consta de unas tres semanas e incluye cuatro implantaciones de «células madre neurales por punción lumbar y otras cuatro mesenquimales de IV». El objetivo es que recobre la visión, pero además el tratamiento contempla las pruebas de laboratorio correspondientes o la capacitación mediante rehabilitación diaria y «tratamiento con medicina tradicional china».

Paco, el padre de Alejandro, expresa que Mónica ha tenido que volver a trabajar para poder empezar a ahorrar. La ayuda mediante donativos es fundamental, pero la cantidad a sumar es bastante elevada, como reconoce. En la actualidad, de los cuidados se encarga hasta el hijo menor de la familia, de 17 años de edad -Alejandro tiene ahora 22-. El progenitor argumenta que en la empresa de multiservicios para la que ha trabajado durante estos años no corren buenos tiempos: «Llevamos dos meses sin cobrar y por eso Mónica ha empezado a trabajar por horas en el sector de la limpieza».

Para incrementar la recaudación e intentar ahorrar con más celeridad el dinero necesario para el nuevo tratamiento, la familia no deja de hacer llamamientos e incluso recoge tapones de plástico por todo el municipio, con los que suma nuevas aportaciones. «Todo el mundo que conoce la historia de Alejandro se identifica con nuestra situación, porque la mayoría de la gente sabe que se puede encontrar el día de mañana en una situación similar. Muchos padres vienen a nosotros y también encuentran la solidaridad que podemos darle, la información ante casos similares, la esperanza que los médicos ya nos negaron en su momento y que en otros casos tampoco dan».

En su llamamiento a la solidaridad, los padres insisten en que tienen abiertos perfiles en todas las redes sociales. E invitan a participar en una «velada benéfica de kick boxing», el próximo 10 de octubre en el Polideportivo de Arroyo de la Miel -reserva de entradas en el teléfono 616 110 248-.

El esfuerzo de su familia, vital para este joven

Alejandro, en el centro de la imagen, flanqueado por su padre y su hermano menor, Francisco. La implicación incondicional de todos y cada uno de los integrantes de esta familia benalmadense ha sido clave, según remarcan los propios expertos, para que la calidad de vida del joven mejore significativamente.