El instructor de la Guardia Civil encargado de la investigación sobre los policías locales de Mijas acusados de tráfico de drogas mantuvo ayer que sospecharon desde el principio que había agentes de algún cuerpo relacionados con la apropiación de alijos por el lenguaje utilizado en una escucha y sostuvo que desde ese momento se realizó un trabajo de campo. La Sección Primera de la Audiencia continuó ayer el juicio a cinco policías locales y a otro hombre, acusados de tráfico de drogas, al entender las acusaciones -Fiscalía y Ayuntamiento mijeño- que en 2009 los agentes se aprovechaban de su cargo para obtener información de alijos, aparecer en desembarcos de droga y «apropiarse y lucrarse» con su venta. El sargento defendió la actuación llevada a cabo y explicó que en otro procedimiento sobre robos en casas se interceptaron cinco llamadas en las que uno de los investigados hablaba con personas que «supusimos» eran agentes de algún cuerpo de seguridad por el argot y forma de expresarse en las conversaciones, en las que «se daba a entender que se iba a dejar pasar un alijo».

La causa no se inició de forma independiente hasta 100 días después, lo que justificó en que en ese momento se encontraban centrados en el caso inicial que era sobre hechos «de gran gravedad» y generaban» alarma social», además de que ese supuesto alijo no se llegó a producir. No obstante, dijo que en ese tiempo se realizaron pesquisas para tratar de identificar a los interlocutores. El sargento señaló que de entrada no se pidió la intervención de teléfonos, pero que dentro de ese trabajo de campo hubo vigilancias y seguimientos que no constan por escrito, según las defensas. Además, dijo que se descartó que fueran agentes de Guardia Civil o Policía Nacional, lográndose finalmente la identificación de los ahora acusados por la voz de uno de ellos.