­El acusado de matar a su exnovia en Torremolinos de 30 puñaladas el 5 de marzo de 2014 será enjuiciado por un jurado popular, aunque aún no hay fecha para el juicio. La fiscal pide para él 20 años de cárcel por asesinato y 200.000 euros para los herederos de la víctima.

El acusado, cuyas iniciales son C. R. S., sufre un trastorno afectivo de la personalidad, pero que no afecta ni a su inteligencia ni a su voluntad. Los peritos han determinado que «no posee ni signos ni alteraciones psicopatológicas, siendo consciente de todos sus actos y conductas». El hombre mantuvo una relación afectiva con Ana I. G. M. durante siete años, desde 2007 a 2013, y ella rompió la pareja tres meses antes de los hechos. El procesado no aceptaba el cese, y el 4 de marzo de 2014 él la llamó y la culpabilizó de la ruptura y del infarto de miocardio que había sufrido el 19 de febrero de 2014.

Así, dice la fiscal de Violencia de Género de Málaga, el 5 de marzo acudió a las 12 de la mañana a una ferretería de Torremolinos donde compró un cuchillo de 25 centímetros por 20 euros con la intención ya decidida de acabar con la vida de su expareja.

Luego, se desplazó, al filo de las cuatro de la tarde, al domicilio de la víctima, ubicada en la calle Decano Miguel Marengo, con el arma blanca escondida. «Tras una fuerte disputa, de forma sorpresiva y sin mediar palabra alguna, le asestó una primera puñalada en el cuello, sin darle posibilidad de defensa al estar ella parcialmente girada», precisa el ministerio público.

Ana le suplicó: «No me mates, por favor», al percatarse de la gravedad de la agresión del acusado y ante la inminencia del desenlace fatal. «No obstante, y con pleno conocimiento de su víctima, el acusado prosiguió asestándole un total de 30 incisiones y heridas en la cabeza y el cuello», con el objetivo, cree la Fiscalía, de «aumentar su sufrimiento».

La mujer tenía heridas en las manos y los brazos, que usó para defenderse, lo que da una idea de «la brutalidad del ataque». Todas estas heridas produjeron a su expareja la muerte por un shock hipovolémico. Media hora después, el acusado rompió el móvil de la fallecida «en su desmedido afán de control sobre ella». También se deshizo del cuchillo.