­Los dulces de convento, pequeños manjares elaborados a mano y de manera tradicional por monjas de clausura, se han convertido en los últimos años en una fuente de ingresos que ayudan a las congregaciones a mantener sus ancestrales monasterios.

Las delicias de 35 conventos de Andalucía, Lugo, Badajoz y Ávila se dan cita estos días en la décima edición de la Feria del Dulce de Convento, que arrancó ayer en Torremolinos y que reúne más de doscientas referencias, desde tradicionales pestiños hasta curiosos chocolates.

Estos tradicionales pasteles elaborados a mano por monjas de clausura permiten a algunos monasterios obtener un importante sustento económico y, según explicó la coordinadora de la feria, Thalia Martín, las ganancias varían en función del tamaño y la ubicación del convento.

Esta feria, organizada por el Palacio de Congresos de Torremolinos, expone más de 1.600 kilos de dulces y supone una oportunidad de promoción para los conventos que participan en ella.

El monasterio de la Santísima Trinidad de Martos (Jaén), fundado en el siglo XVI, es uno de los que expone sus dulces en esta feria, y según señala sor Sofía, la religiosa encargada del torno y de los pasteles, con ventas como ésta sostienen el día a día del convento y ayudan a su mantenimiento.Trufas de Santa Teresa, mantecados de Santa Catalina o cocadas de Santa Isabel son algunos de los manjares que elaboran estas religiosas y que, según indica sor Sofía, han captado la atención de El Corte Inglés, que hace un par de años se fijó en ellas y desde entonces vende sus productos.

A la venta de dulces también se han sumado conventos más actuales como el de Santa María de la Encarnación de Coín (Málaga), fundado hace 32 años, que según indica su madre superiora, sor María Scarlett de los Ángeles, hace cuatro años decidió comercializar dulces, chocolates y panes. Tradición y vanguardia se mezclan en este comercio que sigue vivo tras cientos de años.