´El general´ ha caído. Robert Dawes, uno de los caramelos más deseados por la policía de media Europa, ha sido detenido en su casoplón de Benalmádena tras una investigación que ha regateado durante más de una década como una culebra. Como una mamba negra, porque está acusado de liderar una organización capaz de introducir en el viejo continente vastas cantidades de cocaína desde Sudamérica, heroína desde Turquía y Afganistán, y dejar un rastro de muerte cuando los planes se salían del guión.

Forjado en Nottingham, la cuna de la delincuencia más peligrosa y violenta de Reino Unido, el nombre de Dawes ya sonó en Holanda en 2002 por el asesinato de un maestro de escuela inocente. Nunca llegó a probarse, pero las autoridades holandesas siempre sospecharon que fue él quien ordenó su ejecución al creer que la hermana del profesor y una amiga de ésta le robaron una partida de droga. El hombre que apretó el gatillo, que cumple cadena perpetua por el crimen, reconoció en el juicio haber trabajado para ´El general´, pero nunca dijo quién le dio la orden. Diez años después, el robo de otra gran cantidad de cocaína en el puerto de Amberes volvió a poner a Dawes en el punto de mira de las autoridades holandesas, que vieron cómo aquel episodio desencadenó una salvaje guerra de bandas que hasta hoy ha dejado una docena de crímenes. La mayoría en Ámsterdam, donde se investiga si la ambición de Dawes por hacerse con el mercado de cocaína en varios países de Europa tiene que ver con varias muertes. Una de las más escandalosas fue la de Gwenette M., cuyo chaleco antibalas no le salvó de los cerca de 80 proyectiles de uno o dos AK-47, todavía no se sabe, cuando salía de un kebab de mala muerte. La guerra, todavía vigente, nunca cesó y el año pasado llegó al corazón de la Costa del Sol, donde fue acribillado Samir B., alias Caracortada, supuesto socio de Dawes, supuesto inversor en la operación de Amberes y en los 300 millones de libras en cocaína intervenidos en Southampton en 2011, el mayor alijo de esta droga en la historia de Reino Unido.

Con conexiones en Turquía, Emiratos Árabes, Pakistán, Venezuela, Ecuador, México, Portugal, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Reino Unido o Italia, donde la mafia calabresa ´Ndrangheta era uno de sus mejores clientes, Dawes dejó de ser un fantasma en España en 2007, cuando la Guardia Civil lo implicó en varias operaciones de narcotráfico de las que salió indemne a costa de varios hombres de su confianza. Siempre pensó como un mayorista. Según el instituto armado, por su cabeza no pasaba otra cosa que utilizar contenedores vía marítima y aeronaves comerciales para introducir la droga en Europa.

El aliento de los investigadores le obligó a emigrar a Dubai para dirigir el negocio con más libertad hasta que en 2008 se hizo efectiva una Orden Internacional de Detención y Extradición por la que Emiratos Árabes se lo entregó a España para nada bueno. Su breve paso por prisión, provocado por la falta de fluidez burocrática entre las autoridades británicas y españolas, fue como el despertar de un monstruo que aceptó la invitación de instalar definitivamente su cuartel general en la Costa del Sol.

Las autoridades europeas, sin embargo, no abrieron los ojos hasta septiembre de 2013. La policía intervino en el aeropuerto de París 1.332 kilos de cocaína valorados en 50 millones de euros. El mayor alijo de nieve jamás interceptado en Francia, el que le ha llevado a una cárcel gala, fue localizado en 32 maletas que viajaron en la bodega de un vuelo comercial procedente de Venezuela. Los seis detenidos en esa operación policial, tres de la organización de Dawes y otros tres de la ´Ndrangheta, fueron una broma comparado con los 27 arrestos que se llevaron a cabo en Caracas, entre ellos varios militares. La Guardia Civil, la Agencia Nacional del Crimen británica y la Policía Judicial Francesa tuvieron que coordinarse con Europol para asimilar el calado de una organización que contaba con el abastecimiento de los cárteles de Medellín y el de los Soles, como se conoce a los militares venezolanos con menos vergüenza y con cuyos representantes se reunía periódicamente ´El general´ en los mejores hoteles de Madrid.

Desde el golpe policial de París, las pesquisas se centraron en la Costa del Sol, donde los investigadores deshilvanaron la trama societaria que Dawes presuntamente utilizaba para el narcotráfico y el blanqueo de capitales, básicamente importando muebles procedentes de China con una empresa con sede en Mijas y contenedores de fruta y lo que no era fruta procedentes de Sudamérica a través del puerto de Algeciras. Según fuentes cercanas al caso, la organización contaba en Benalmádena con una empresa de colchones cuya trastienda era un laboratorio tecnológico para encriptar los móviles que todos los miembros utilizaban para comunicarse.

Ni esto ni los dos hombres de su confianza que vigilaban la casa desde una caravana impidieron que la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil asaltara una madrugada de noviembre la lujosa mansión en la que Dawes residía junto a su familia en la zona más noble de Benalmádena. En los registros, los investigadores han intervenido 150 móviles, 40 ordenadores portátiles y tablets, 30 discos duros, 450.000 euros en efectivo, ocho vehículos y 19 propiedades inmobiliarias valoradas en más de 5,5 millones de euros, entre ellas un lago artificial localizado en Coín que ´El general´ visitaba de vez en cuando para pescar.