Jonathan Patrick Hutch, de 38 años, sabía fehacientemente que estaba en el punto de mira de la mafia irlandesa de los Kinahans. Su hermano Garreth, de 30 años, había sido asesinado en Irlanda hace tres meses, el pasado 24 de mayo, y sabía que tarde o temprano irían a por él. La Garda (policía irlandesa) le pidió que se marchara del país ante el serio peligro que corría su vida. Al llegar a Mallorca, el crimen de Trevor O´Neill, una víctima inocente, a escasos metros de donde estaba él lo dejó en evidencia.

Sobre las ocho y media del pasado miércoles, Trevor O´Neill fue abatido a tiros por un sujeto encapuchado ante los ojos de su familia. El crimen fue una fatal confusión. El funcionario del Ayuntamiento de Dublín no tenía relación alguna con el crimen organizado.

Al ver el cadáver de Trevor, Jonathan Patrick Hutch salió despavorido a refugiarse en una casa, y explicó lo ocurrido a la moradora. A continuación, se armó de valor y prestó declaración ante la Guardia Civil. Su testimonio fue muy revelador. "¡Vienen a por mí!", espetó.

Pese a sus antecedentes mafiosos familiares, Patrick dejó claro en todo momento a los investigadores del Instituto Armado que nunca había tenido relación con el crimen organizado.

Sus esfuerzos por apartarse del hampa no habían impedido que los Kinahan tuvieran marcado a Patrick Hutch como objetivo. Un asesino a sueldo, no especialmente avezado, fue el contratado para perpetrar el crimen. Las pesquisas de los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil apuntan a que horas antes del asesinato el sujeto alardeó en la barra de un bar de Costa de la Calma de sus intenciones homicidas. Lo que podría pasar por el discurso de un borracho, se materializó horas después.

El asesino se subió la capucha de su sudadera azul con las letras amarillas de la marca Rams 23 y se acercó por la espalda a Trevor O´Neill cuando atravesaba un paso de cebra de la calle de Santa Ponça de Costa de la Calma. El funcionario del consistorio dublinés tuvo la desdicha de tener un parecido razonable con Patrick Hutch. El suficiente para que el sicario tomara a uno por otro.

Escoltado al aeropuerto

Los testigos escucharon en el lugar cuatro detonaciones, pero solo una bala alcanzó a la víctima. Un proyectil le afectó la zona lumbar y poco después le causaría la muerte. La ausencia de casquillos denotó la obra de un profesional, pero también dio muestras de una gran impericia.

Al día siguiente del crimen, el jueves, Patrick Hutch regresó a Irlanda acompañado por su familia. Agentes de la Guardia Civil provistos de armas largas les protegieron mientras tomaban el taxi camino del aeropuerto de Son Sant Joan. Otro tanto ocurrió con la mujer y los hijos del infortunado Trevor O´Neill.

Hasta el momento la cruenta guerra de los clanes mafiosos de los Kinahans y los Hutches había quedado circunscrita a Irlanda y a la Costa del Sol. Los antiguos aliados han entablado una guerra sin cuartel que ya se ha cobrado ocho víctimas mortales, incluyendo el funcionario de 41 años asesinado en Mallorca.