Ramón de Unamuno se inició en la papiroflexia a través de su hermano mayor y de su padre, que a su vez aprendió dicha afición de su abuelo Miguel, reconocido escritor y filósofo nacido en Bilbao y que perteneció a la generación del 98, quien, sin embargo, denominó en principio a esta disciplina como cocotología. «Durante los bombardeos de la Guerra Civil en Bilbao, se pasaba todo el día haciendo figuras de papel», indica su nieto.

«Es algo que se va trasmitiendo de generación en generación», manifiesta Ramón, que reconoce que uno de sus hijos y un nieto ya han desarrollado un gusto especial por la papiroflexia. Además, también hace hincapié en que aprendió la afición a través de distintos libros, tanto españoles como extranjeros.

En su largo recorrido no acierta a determinar cuántas figuras distintas ha realizado, considerando que la lista es «infinita». Especialmente ha logrado representar todo tipo de animales: pavos reales, gatos, elefantes, rinocerontes, monos, buitres o avestruces, entre otros muchos. «Ni recuerdo cuando empecé a hacer pajaritas», destaca Ramón entre risas y refiriéndose a las figuras creadas con papel.

Eso sí, reconoce que en ocasiones se le han resistido algunas creaciones y, en otros casos, ha tardado varios meses en conseguir aprenderlas. Pese a ello, insiste en que se trata de «un arte al alcance de la mano de cualquiera, no es complicado y además es una afición buena para la mente».

Todo este conocimiento fue trasladado ayer por Ramón de Unamuno a los alumnos de Bachillerato del colegio San Francisco de Asís de la localidad de Mijas. Allí ofreció una clase magistral con motivo del Día del Libro en la que, junto al alumno Jacobo Matwichuk, elaboró algunas figuras de papel a la vez que se recitaba la obra literaria ganadora del certamen organizado por el centro, un relato de la alumna Marina Martínez.

Ramón mostró a los escolares algunos de sus trabajos y les trasladó directamente la forma en la que se inició su abuelo en la afición de la papiroflexia, respondiendo también a las preguntas que le formularon. «Lo he pasado muy bien, me ha gustado mucho», apunta el nieto del escritor.

La experiencia, según los docentes fue un éxito, ya que los alumnos pudieron escuchar los mejores trabajos literarios mientras vieron, a través de una cámara cenital, las habilidades de Ramón de Unamuno y de Jacobo Matwichuk, quienes elaboraron todo tipo de animales con trozos de papel y la única ayuda de sus manos.