El asesinato de un famoso escritor en plenas fiestas de San Fermín es el inicio del que parte el novelista granadino de nacimiento y malagueño de adopción Alejandro Pedregosa para desarrollar la trama de su última obra, Un extraño lugar para morir.

¿Por qué ubicó la trama en la ciudad de Pamplona?

A raíz de un viaje que hice a los Sanfermines. Me llamó la atención el buen rollo que había. Es una fiesta masiva donde acude gente de sitios muy diversos y jamás vi un altercado; pensé que quizás esto podía ser por la igualación del vestir: es decir, el hecho de que llegue una tipa de Francia o un tipo de Cádiz sin nada en común, que compartan esta fiesta y con una vestimenta tan simple como el color blanco y un pañuelo rojo. Así que también pensé en este concepto a la inversa: encontrar al sospechoso entre un millón de personas que van vestidas exactamente igual. Ése fue el hilo del que tiré para seguir la trama de mi novela: buscar un culpable entre una marea humana blanca y roja.

Ya que sale a colación una fiesta tan tradicional como es la de San Fermín, ¿qué piensa de los movimientos antitaurinos que últimamente parecen estar cobrando fuerza y peso político?

Yo no tengo cultura taurina. Cuando voy a los toros, como por ejemplo en Pamplona, me acerco a la gente que realmente entiende para comprender sus argumentos y poco a poco ir captando las ideas. Pero entiendo perfectamente que haya gente que no participe de esta fiesta. Ahí respeto absolutamente todas las sensibilidades y comprendo que para lo que una persona puede ser un arte para otro puede ser una tortura. No puedo posicionarme en ninguna de ellas porque ni tengo un conocimiento taurino ni tampoco participo activamente en ningún movimiento antitaurino.

Habida cuenta de la importancia de los lugares y las localizaciones de sus novelas, quizás algún día escriba alguna trama situada en Málaga.

Sí. De hecho tengo una novela prácticamente terminada que está ambientada en Marbella y Málaga, aunque aparecen otros lugares como Letonia e Inglaterra. Lo que realmente no sé es la vida editorial que va a tener. Primero tengo que centrarme en mi última novela y después ya veremos si saco la siguiente y de qué manera. Pero por supuesto que Málaga y sobre todo Marbella son referentes para mí porque son los lugares que mejor conozco.

Hablaba usted de «la vida editorial». ¿Se vive un buen momento literario en la actualidad?

Se está pasando por un buen momento creativo, sí, pero eso no quiere decir que sea un buen momento editorial. Al contrario, yo creo que la crisis ha tardado en llegar al mundo del libro pero que está afectando de manera rotunda. A eso hay que unirle el hecho de la llegada de los nuevos formatos electrónicos, porque todavía no sabemos muy bien dónde van a quedar el libro electrónico y dónde el digital. Además, las editoriales están todavía temerosas ante la piratería y no apuestan por gente nueva: si seguimos todas las novedades y promociones de este año, nos damos cuenta de que todos son autores reconocidos anteriormente.

Ahora que menciona los nuevos soportes digitales como el iBook, ¿qué opinión le merecen?

En principio, buena. Yo siempre opino que todo lo que viene es bueno. Lo que deberíamos ver es cómo el mercado asume eso y cómo estas innovaciones se proyectan sobre los autores y los lectores. Insisto, todo lo que sea novedoso y que ayude a difundir la lectura me parece bien pero la cuestión son las reglas de juego que habrá que disponer entre libreros, autores, editores y lectores para que los escritores puedan seguir viviendo de su trabajo y que al consumidor de libros le resulte lo más barato posible, manteniendo el margen de beneficio para editores y distribuidores.

Como filólogo hispánico, ¿cómo percibe esta especie de guerra que parece haber entre el castellano y otras lenguas autonómicas?

No considero que haya una guerra. En el ámbito de la educación, es una tontería que alguien le niegue a su hijo la posibilidad de aprender otras lenguas. No tengo la menor duda de que si yo viviese en Euskadi o en Cataluña aprendería catalán y euskera, o francés e inglés y todo lo que estuviera en mi mano. Si el Estado me facilita el acceder a otras lenguas, no me está recortando derechos, más bien los está ampliando.

De poeta a novelista. ¿En qué punto se encuentra actualmente?

Es como nadar, puedes hacerlo a braza y a espaldas. Lo importante es que se respeten estas dos disciplinas. Yo alterno poesía con novela porque me parecen dos formas de expresión diferentes que tienen sus reglas y utilizo ambas sin ningún tipo de trauma. Cuando se acabe la promoción de Un extraño lugar para morir no tendré ningún inconveniente en escribir un libro de poemas.

¿Qué autores le han influido a la hora de adentrarse en la novela policiaca y afrontar Un extraño lugar para morir?

Este libro bebe de la tradición clásica europea de la novela negra. Es ésa que empieza en sus orígenes con Agatha Christie o Arthur Conan Doyle y que se ha ido renovando con el paso del tiempo. Actualmente me siento más cercano a novelistas como Fred Vargas o Andrea Camilleri.