Un decepcionante y deslucida corrida de toros de la ganadería de Peñajara echó al traste todas las posibilidades de lucimiento de la terna, ayer en Pamplona, en el día de San Fermín. Los de Peñajara, mansos y sin fuerzas. Y los toreros, deseándoselas con ímprobos esfuerzos para resolver su tarde. El encierro, con tres y tres, más aparentes por presencia los primeros, y excesivamente voluminosos y fuera de tipo los de la segunda parte.

El único toro que se prestó algo fue el tercero, y sólo por el pitón izquierdo. Toro además un punto soso y que apenas fue castigado en el caballo. No apuntó mala condición tampoco el segundo, pero viniéndose pronto abajo. Los cuatro restantes, para carne. Bronco el primero, con la cara por encima del estaquillador, dando cabezazos y reponiendo. La faena de Urdiales fue larga y destemplada. El cuarto, con muy mal estilo, también la cara por las nubes y defendiéndose mucho, pendiente siempre de lo que se dejaba atrás. Urdiales quiso pero sin ir más allá de los pases sueltos.

Bolívar

El primero de Bolívar, aunque blandeó mucho en los dos primeros tercios, apuntó buenas cosas al principio de faena, mas se apagó enseguida. El quinto esperó en banderillas y llegó a la muleta con el freno echado, con medias y descompuestas arrancadas, metiéndose además por los dos pitones. Bolívar lo intentó pero sin respuesta del animal. Cortés fue el que estuvo más cerca del triunfo, en el tercero, al que cuajó un vibrante inicio de faena que hizo presagiar algo bueno. El toro tomaba la muleta por abajo, pero fallándole las fuerzas. Lo mejor, por el lado izquierdo.

La faena fue demasiado larga, hasta dar tiempo a que el toro también se parara. Y mientras toreaba, en un final por bernadinas, llegó el aviso. El poco interés inicial se diluyo por completo con el pinchazo que precedió a la estocada. Ya en el sexto, con el público pendiente de abandonar la plaza en busca del fútbol, el toro, bronco y descompuesto, terminó de darle la puntilla a la tarde.