La voz, las voces. Bobby McFerrin es una figura inusual en el mundo de la música: hizo el primer disco a cappella en una discográfica multinacional –The Voice, 1984–, coló un megahit como Don´t worry, be happy, ha conducido a varias orquestas de música clásica, logra aún sonar como dos o tres voces al mismo tiempo, con increíbles falsetes y tonos graves, gracias a su propia técnica vocal y de respiración... Y todo ello con la humildad del eterno investigador y la alegría del vitalista incurable. Cajamar, en su ciclo Grandes Conciertos, le trae el martes a Málaga; la cita, en el Teatro Cervantes.

¿Qué podremos esperar de su concierto en el Teatro Cervantes?

Haré un recital en solitario y a cappella. Espero que los amigos de la audiencia canten conmigo ciertas partes del repertorio, pero todo será improvisado, ya que nunca sé lo que voy a cantar. Quizás un poco de clásica, algo de jazz, un poco de blues... Pero realmente no lo sabré hasta que llegue al escenario.

Acaba de decir, y es uno de sus lemas, que espera la participación activa del público, que los espectadores no se limiten a escuchar. También suele decir que lo que usted llama cante comunal está casi muerto. ¿Se quedarán sólo los coros espontáneos para las citas deportivas?

De hecho, ahora creo que está creciendo en ciertos países, lo cual es fantástico. Hace tiempo, antes de que nuestro entretenimiento fuera suministrado electrónicamente (y ahora, incluso, digitalmente), cuando la gente quería hacer música la hacían ellos mismos, y en grupo. Parte de lo que más me gusta es traer eso de vuelta a las personas. A la gente realmente le gusta cantar junta, en grupo. Incluso si no están acostumbrados, quizás cuando canten conmigo en un concierto eso sea un incentivo para hacerlo más con amigos, vecinos, en la iglesia, en la esquina de la calle.

Es curioso que diga eso ahora, con el éxito de series como Glee, sobre un club de canto formado por jóvenes en un centro educativo. ¿Qué valores vitales se adquieren en este tipo de experiencias?

Cantar en grupo es una llave que abre la puerta para aprender sobre el trabajo en equipo, la disciplina, el arte, la sutileza y la alegría espiritual y física que viene de dejar que los sonidos salgan de tu cuerpo y de tu corazón.

Habla de tecnología y digitalidad. Es difícil ahora escuchar voces reales, con tanto Pro-Tools y Auto-Tune.

Al mercado de masas le importa menos la calidad de la voz en sí y más el valor de entretenimiento que posee la música que esa voz canta. Pero no hay nada malo en ello. Hay muchas voces absolutamente brillantes por ahí. La gente a la que le importe ese aspecto siempre las terminará encontrando, se lo aseguro.

Usted come, duerme, vive pegado a su instrumento, su voz, su cuerpo. ¿Qué sacrificios implica mantener la forma vocal?

Obviamente, tengo que mantener un cuerpo saludable, mantener el espíritu libre y no abusar del instrumento sobreusándolo, sobrecantando. Yo sí canto y entreno todo el tiempo para mantener la flexibilidad, pero casi siempre lo hago tranquilo, muy bajito.

¿Cuál es su cantante favorito?

Mi padre, Robert McFerrin, Sr. Tenía la voz de barítono más hermosa que jamás haya oído. Trabajó muy duro para perfeccionar su disciplina y su arte, cantó con la Metropolitan Opera como solista, impartió muchas clases de canto y amaba todo tipo de música, desde los espirituales al jazz pasando por la ópera.

Está interesado en estudiar músicas de todo el mundo. ¿Qué tal se le da el flamenco?

No sé mucho de flamenco, pero como cantante y oyente lo respeto absolutamente. La libertad a la hora de expresarse es algo que comparte con mi propia música. Los ritmos flamencos son desafiantes, un reto, y el sabor que le brinda a la música es realmente sorprendente.

Dos palabras pueden resumir su corpus musical: vitalismo y júbilo. ¿Es eso lo que buscaba cuando se subió por primera vez en un escenario?

Es que cantar resulta inherentemente una actividad vitalista y llena de alegría, por lo que esas cualidades son una gran parte de lo que hago. Me encanta divertirme, y cantar es una manera de divertirme casi todo el día.